Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 9 de septiembre de 2013

SOBRE LA CARA DURA.

Nos lo cuenta El Mundo: El pulso político vuelve al Congreso y al Senado tras mes y medio de vacaciones.

O sea: como los niños al cole, acaso porque los diputados -diputadas, diputades, dipuleches-, no saben casi nada de todo; y, como los niños, tienen que ir a que les enseñen las cuatro reglas -sobre todo a restar-, a colocar los sujetos, verbos y predicados en su sitio -de figuras retóricas ni hablamos, claro-, a que les enseñen a aplaudir a cuatro patas al amo, y a poner la mano. Y el cazo.

Y estos trileros que disfruten de mes y medio de vacaciones de verano -y otro mesecito largo en Navidades, aunque sean laicos; y los días que sean en Semana Santa, que para eso sí somos católicos aunque para suprimir el aborto no- son los mismos que le quitan a los funcionarios los días de vacaciones que Gobiernos anteriores les dieron como compensación por las pérdidas salariales de escándalo.

Y luego uno les llama cabrones y tenemos un lío.

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