Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

sábado, 7 de enero de 2017

SOBRE LA "SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD CRISTIANA".

Que promueve el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos en un documento donde se dicen cosas como estas: los cristianos luteranos y católicos “conmemorarán por primera vez juntos el comienzo de la Reforma;” “los católicos ahora son capaces de prestar sus oídos a los desafíos de Lutero para la Iglesia de hoy, reconociéndole como un ‘testigo del evangelio.

Teniendo en cuenta -como siempre aviso- que no soy especialista en el tema, sino católico del montón, probablemente muy malo, no voy a meterme en profundidades teológicas que me caen grandes. Llevo tiempo diciendo que protestante -en sus miles de versiones- son los que no tienen los santos... -en fin ustedes ya me entienden- de ser católicos. 

Teologías aparte, sólo quiero decir que, si la jerarquía eclesiástica conmemora el comienzo de la Reforma, y Lutero es un testigo del evangelio, exijo que el cura Paco -que pertenece a la Compañía de Jesús, creación de Ignacio de Loyola para combatir la Reforma, precisamente- devuelva a España cuanto perdimos por defender la Fe , comenzando por la salud del Emperador Carlos y la vida de los soldados de los Tercios que por ella se la dejaron en el campo -incluido Don Juan de Austria-; siguiendo por los Países Bajos, y continuando por los miles de millones invertidos en seguir las directrices del Papado.

Ni siquiera voy a pedir que los católicos -los que aún lo sigamos siendo en lo sustancial- procedamos a orar -no una semana, sino permanentemente- por la conversión del Papa, como aquellos magníficos tradicionalistas de finales del XIX y principios del XX.

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