Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

domingo, 13 de diciembre de 2009

SOBRE LA "GITANOFOBIA" DE FRANCO.

Porque el número de tontos es infinito, pero parece que se ha concentrado la inmensa mayoría en este país nuestro, cada vez menos España, porque en España los tontos nunca han abundado salvo orígen extranjero, preferentemente francés, y quien vea en esto una alusión a la prole de Luis XIV no andará muy descaminado.
Pero ahora, no es que no quepa un tonto más; es que tenemos para exportar y equilibrar la balanza de pagos. Por ejemplo, -lo cuenta el panfleto Público, que vive cojonudamente contra Franco- el diputado socialista José Vicente Muñoz, encargado de pergeñar una declaración para que la Cámara Baja pida perdón al pueblo gitano por "todas las situaciones de maltrato, discriminación y vulneración que han sufrido históricamente en España y que fueron causadas por "leyes racistas". Leyes -ojo- dictadas entre 1499 y 1783, problema de feroz actualidad.
Pero también -evidentemente- de la época de Franco, cuando -dice el gilipollas citado- se intensificó la política de intolerancia para con el pueblo gitano, y se les aplica "de forma singular" la Ley de Peligrosidad Social.
Incuestionable racismo, xenofobia, intolerancia, la de aplicar la Ley a quien lo merezca. No como ahora, que basta ser gitano, negro, amarillo -discriminación por razón de raza-; que basta ser ecuatoriano, colombiano, rumano -discriminación por razón de orígen-; que basta ser mujer, tortillera, marica, plumipescadero -discriminación por razón de sexo- para estar exento del cumplimiento de la Ley.
Incuestionable racismo y xenofobia del franquismo, que si un gitano delinquía lo entrullaba. Y que si un gitano vivía en paz con los demás, trabajaba decentemente, respetaba las leyes y respetaba a sus semejantes, le discriminaba no haciéndole más caso que a cualquier otro español. Esto es: dándole todas las ventajas de un Estado social de derecho, y no prohibiéndole absolutamente nada.
Y esto lo he visto personalmente.

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