Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 6 de marzo de 2009

SOBRE LA SOLUCION AL TURISMO.

Dice la prensa que el sector turístico empieza a notar la crisis, y que se teme una caída del 15%. Asunto grave, porque -cuentan- el turismo es el segundo sector más importante en la economía española, y supone un 10% del PIB.
En mi opinión, hace mal el sector turístico en preocuparse. Ahí tenemos al señor Rodríguez, siempre pendiente de los problemas, siempre dispuesto a poner pronta y eficaz solución a cualquier desaguisado.
Y, en este caso concreto, antes incluso de hacerse público el temor, había puesto los remedios. Ya se lo dijo al Presidente de Rusia, cuando cantaba en rueda de prensa las alabanzas de las propuestas y acuerdos adoptados en torno al tema: follar.
En principio, incluir como reclamo turístico de España el asunto de la lujuria y el desenfreno parece que nos pudiera llevar a los años del desarrollismo, cuando uno de los principales atractivos -aunque nunca se utilizase por la propaganda mojigata del franquismo- era el mito del latin lover y del españolito apasionado que -dicen ahora- como en España las mujeres eran unas estrechas -esto es, decentes, se les decía-, no perdonaba ocasión de empacharse de sueca, alemana, holandesa, inglesa... En fin, de todas las ciudadanas liberadas del liberal mundo.
Sin embargo, la muestra de progresía zapateresca venga, acaso, por el cambio de género. Ya no será el macho ibérico el reclamo -que según ciertos estudios ya no es lo que era, porque anda aburridillo de tanta mocita peripatética y momia golfante-, sino el surtido de casquivanas habitual en nuestros días, aderezado -no seamos intolerantes- con monfloritas zeroleros.

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