Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 10 de septiembre de 2012

SOBRE LA PROPOSICION DE ERC.

O sea, Izquierda Republicana de Cataluña -escrito en el idioma que todos los españoles estamos, constitucionalmente, obligados a conocer- que ha tenido el gusto de presentar en el Congreso una proposición no de ley pidiendo la regulación de la prostitución.

"La iniciativa, a la que ha tenido acceso Europa Press -dice Público-, pide el reconocimiento de los derechos laborales, de seguridad y protección social, así como de salud laboral y prevención de riesgos laborales de las personas que ejercen la prostitución. También aboga por el desarrollo de una regulación específica para el colectivo, dentro del régimen de trabajadores autónomos o de empleados del hogar de la Seguridad Social."

Y -claro- propone revertir a las comunidades el producto de la fiscalidad derivada de las actividades asociadas a la prostitución. O sea, que de lo que se trata es de trincar más pasta.

El asunto, ni que decir tiene, se presta a multitud de sugerencias, y la casuística sería interminable. Por de pronto, ERC debería determinar si la fiscalidad a que aluden será la de lujo -eventos lúdicos- o la más reducida correspondiente a actividades educativas y culturales. Por supuesto, las profesionalas y los profesionalos deberán realizar las declaraciones pertinentes, así como emitir facturas debidamente diligenciadas.

Yendo más allá -que no se diga que no colaboro- debería establecerse la oportuna clasificación de los servicios; algo así como la distinción entre hoteles de tres, cuatro, cinco estrellas, o modestos hostales y pensiones. El problema quizá viniera a la hora de elegir y colocar los símbolos adecuados de la calidad de los servicios en la fachada o la cabecera de las facturas. Mi imaginación me permite suponer qué emblemas deberían usarse; pero eso lo dejaré para las preclaras mentes de los señores diputados y senadores, algunos de ellos bastante entendidos en el asunto, como aquél socialista canario que no hace demasiado saltó a la prensa por ese tipo de actividad.

Sin embargo, el mayor problema será el del intrusismo profesional. Porque si meretrices y chaperos contribuyen con sus impuestos al bienestar de los políticos autonómicos, podrán exigir que se persiga la competencia desleal de los aficionados y las aficionadas y les aficionades. Las autoridades habrán de promulgar normativas antirevolcón, y perseguir el ligoteo indiscriminado, el aquí te pillo y aquí te mato discotequero o botelloncil, el amiguismo de roce y el calentón defraudador de impuestos.

Por otra parte, deberá establecerse en qué términos y condiciones se permite a meretrices y chaperos el ejercicio de los actos de su profesión en el ámbito privado, pues tampoco sería adecuado que el usufructuario legítimo debiera pagar impuestos como si fuese un vulgar contratador a tiempo parcial.

En fin, que -como les decía- la casuística es enorme, y los rojoseparatistas catalans deberán hilar muy fino.

Caso contrario, los malpensados podemos concluir que todo es un simple deseo de favorecer a sus familias.

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