Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 18 de agosto de 2014

SOBRE UN FUTURO QUE YA HEMOS VISTO.

Porque esto de que los partidos marxistas se infiltren en los ejércitos no es nada nuevo; al menos, desde Octubre de 1917. También era tradición decimonónica que los partidos liberales -antecedente tribal de los comunismos cavernícolas- se valieran del pronunciamiento como fórmula democrática de subirse al poder, generalmente sin más intención que la de perseguir a los enemigos reales o inventados.

 

Esto viene a cuento de lo que dice Libertad Digital, a propósito de ese engendro del márqueting llamado Podemos; eso que empezó como meneíllo ciudadano en el caldo de cultivo de los 15-M y los indignados y los rojiguarros varios, y ha terminado por ser partido político donde ya se han dado de navajazos por un ponme acá este sillón, según referencias de la prensa.

 

A mi esto de Podemos me suena totalmente a movimiento personalista -hasta en las papeletas electorales su reclamo era la jeta del mandamás- de tipo chavista o, si hilamos algo más fino, de corte castrista. O, yéndonos a los orígenes, puro estalinismo.

 

En Podemos está Pablo Iglesias -mascarón de proa émulo del sociata Paulino-; está la corte de revolucionarios de salón y cátedra adheridos, y están las turbas.  Ni los unos ni las otras -por volver a la ya clásica en este diario cita de Longanessi- tienen ideas, sino antipatías. Antipatías que, manejadas por los lavacaras de regímenes bananeros, nos llevan a la creación de lo que estos llaman círculos y aquellos antecesores llamaron comités.

 

Y, como no podía ser menos, uno de los puntos principales de interés son las Fuerzas Armadas: Tenemos Círculos Podemos de las Fuerzas Armadas. Se van a llevar un susto. No sabéis cuánta gente de las Fuerzas Armadas está con nosotros -declaraba el tenido por ideólogo del partido, Juan Carlos Monedero, en una asamblea del Círculo de Podemos de Hortaleza, en Madrid- y añadía que él está en contra de los ejércitos, pero que si ganamos, yo voy a estar más tranquilito sabiendo que una parte importante del Ejército va a garantizar el triunfo de Podemos, y que una parte de la Policía va a garantizar el triunfo de Podemos. Ahí no somos ingenuos... El ejército es necesario hoy.

 

Miren ustedes por dónde, tras tantas décadas de adoctrinarnos en que en una democracia el ejército no tiene voz, ni voto, y está sometido al poder político de turno -aunque el político de turno sea un gilipollas, un imbecil o un traidor-, ahora resulta que Podemos quiere un ejército que garantice su triunfo. No les basta con eso de un ciudadano un voto, y lo otro de que los votos mandan, y aquello de la soberanía popular. No; ellos quieren tener además sus círculos en las Fuerzas Armadas que les defiendan los presuntos triunfos.

 

O que se los fabriquen, y con ello entramos en la política decimonónica, o en el Palacio de Invierno, o en las elecciones cubanas, o venezolanas, o bolivianas, y en los ejércitos como defensa del partido. Para que se lleven un susto, vamos.

 

O, sin ir mas lejos, en los años de finales de la monarquía y la republiquita segunda, donde los ejércitos estaban llenos de comités prestos a cualquier revuelta. Sin ir más lejos, el llamado Círculo Podemos Miembros de las Fuerzas Armadas en Facebook declara que nuestro patriotismo y compromiso es con el pueblo, y que arroparse con una bandera no te hace más patriota; patriota es defender a tu gente, tus amigos, tu familia, la gente que no conoces pero que confían en ti.

 

O sea; que estos supuestos militares están en el Ejército para defender a los suyos y -si acaso- a algún señor que pase por allí. No para defender a España, ni para defender la Badera que han jurado. Su compromiso es con el pueblo. Y el pueblo, evidentemente, son ellos.

 

Repito: esto ya lo he visto. No en persona, claro está, pero sí en los libros de Historia. En persona lo vivió -y lo contó- don Emilio Mola Vidal. También, gracias a Dios, sabemos como acabará.

 

Amén, y que sea pronto.
 

Publicidad: