Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 12 de enero de 2015

SOBRE LA PANFLETADA UGETARRA.


Panfletada, como pueden ver en la foto -pulsen sobre ella para verla más grande- puramente decimonónica, como corresponde a individuos que aún andan -no se si a cuatro patas- dándole vueltas al clericalismo.


Observen que los ugetarras se quejan de que no hay dinero para muchas cosas, y en cambio sí lo hay para la Iglesia Católica. No hay dinero -dicen- para, entre otras cosas, los enfermos de hepatitis C, para ayudas a la dependencia, para sanidad pública, todo ello dependiente de las comunidades autónomas como bien saben -o deberían saber- y ajeno a los Presupuestos Generales del Estado. No se si las becas dependen o no de los chiringuitos autonómicos; pero aunque así no fuera, sólo tres de las seis reclamaciones tienen algo que ver. Lo cual demuestra, bien ignorancia, bien ganas de jorobar, sin que ambas cosas sean incompatibles.

Pero lo que demuestra, particularmente, este panfleto, es que los rojetes siguen encaramados en su propia estupidez. Porque se quejan de que el Estado entregue a la Iglesia un dinero que reputan como "de todos", cosa que no es cierta, puesto que lo que el Estado da a la Iglesia, es la parte de las declaraciones de la renta de todos los que marcamos la casilla correspondiente porque nos parece oportuno. También hay quien marca la casilla de "otros fines sociales" -o sea, regalitos a afeminados y machorras, por ejemplo- y de eso no se quejan. Ni de las subvenciones a otras confesiones religiosas -musulmanes, judíos, protestantes varios- que recogen fondos en consonancia con su implantación, pero ni tienen comedores sociales, ni hospitales, ni residencias de ancianos, ni colegios.

Y en todo caso, este panfleto demuestra que los rojetes ugetarras pretenden colarse incluso en nuestra voluntad en el reparto de una ínfima parte de los impuestos que pagamos. Y presumen, claro, de demócratas.

Por cierto, también demuestra el panfletillo que los ugetarras son olvidadizos, porque aunque ellos mismos indican en qué Ley se indica la obligación de estos pagos, parecen no recordar qué Gobierno la llevó al Parlamento. Y uno, que no tiene memoria de pez -concretamente besugo- como los ugetarras, cree recordar que en 2006 era don José Luis Rodríguez Zapatero el feliz aposentado en La Moncloa.

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