Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 25 de mayo de 2011

SOBRE LA FELICIDAD.


España está entre los peores países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) por empleo, ingresos y educación. Sin embargo, un 49% de los españoles está feliz con su vida actual y un 65% cree que será mejor dentro de cinco años.

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¿Se explican ustedes ya por qué estamos como estamos?

SOBRE LA IMPOTENCIA.

Dicho sea en su primera acepción, y nunca -¡qué horror!- en segunda o tercera.

Impotencia del PP, personalizada en don Mariano Rajoy y su acólita doña Soraya, que ayer reclamaba al señor Rodríguez -véase El Mundo-, la presentación de una cuestión de confianza en el Congreso, y que era respondida por la sugerencia del señor Alonso -también lo dice El Mundo- de que presentaran una moción de censura.

Esta propuesta del PSOE no le ha caído bien al PP, y le ha sentado lo que se dice muy mal a los medios de comunicación peperos, que la tildan de arrogante.

Como no soy pepero -¡líbreme Dios como de deglutir excrementos!- a mi me parece que la indicación del señor Alonso está muy puesta en su sitio. Ya lo dice el refranero español, que quien algo quiere algo le cuesta, y nada parece más lógico que, quien quiera quitar al Gobierno de Rodríguez, se moje la parte donde la espalda pierde su casto nombre.

Pero este berrinche de los pro-peperos y este quiero y no puedo de don Mariano, definen muy claramente la realidad de acongoje -más nítido lo podría decir- diametralmente opuesto al lema que Jean Larteguy adjudica al jefe de los paracas franceses en Argelia: Me atrevo.

Don Mariano -y un Partido Popular a su imagen y semejanza-, no se atreve.

No se atreve siquiera a obligar a que cada grupito con asiento en el Parlamento tenga que retratarse públicamente. Una buena ocasión perdida para que los futuros votantes sepan a qué atenerse.

Porque -y esto es de cajón- Rodríguez Zapatero no va a adelantar las elecciones. No lo hará, salvo que alguno de sus esbirros lo cabree lo suficiente; tanto como para tirar por la calle de en medio de su soberbia, su mitomanía y su psicopatía, y quiera dar una lección a los díscolos dejándolos con la popa al viento.

Ahora mismo, el PSOE no tiene más opción política que mantenerse como sea. Modo favorito de Rodríguez -como sea- de hacer las cosas, ya revelado en varias indiscrecciones televisivas. Mantenerse como sea, para ver si en los meses que faltan para cumplir su plazo ocurre algún milagro, reverdecen aquellos famosos brotes mas que resecos, surge otra guerra a la que ir de mamporrero de Obama, se descubre que a Camps le regalaron también un frac, los sindicatos de -mala- clase le montan el pollo a los alcaldes o presidentes autonómicos del PP, o explotan otros trenes.

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