Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 19 de junio de 2019

SOBRE LA CELEBRACIÓN MONÁRQUICA.

Dicen la prensa y la radio que hoy se cumplen cinco años de acceso de Felipe VI a la Corona. Y, como no podía ser menos, todos se hacen lenguas de la maravillosa trayectoria del Rey en este tiempo, y de la monarquía desde su -atención monárquicos- Instauración por decisión del Excelentísimo Señor Don Francisco Franco Bahamonde.
Imagen del Ministerio de la Presidencia. Gobierno de España.

En este momento, tras haber intentado -la verdad, sin mucho entusiasmo- hacer caso del testamento político de Franco, lo único que puedo decir al respecto es lo que ya dijo José Antonio:


¿Cayó la Monarquía española, la antigua, la gloriosa Monarquía española, porque había concluido su ciclo, porque había terminado su misión, o ha sido arrojada la Monarquía española cuando aún conservaba su fecundidad para el futuro? Esto es lo que nosotros tenemos que pensar, y sólo así entendemos que puede resolverse el problema de la Monarquía de una manera inteligente.

Pues bien: nosotros –ya me habéis oído desde el principio–, nosotros entendemos, sin sombra de irreverencia, sin sombra de rencor, sin sombra de antipatía, muchos incluso con mil motivos sentimentales de afecto; nosotros entendemos que la Monarquía española cumplió su ciclo, se quedó sin sustancia y se desprendió, como cáscara muerta, el 14 de abril de 1931.

Nosotros hacemos constar su caída con toda la emoción que merece y tenemos sumo respeto para los partidos monárquicos que, creyéndola aún con capacidad de futuro, lanzan a las gentes a su reconquista; pero nosotros, aunque nos pese, aunque se alcen dentro de algunos reservas sentimentales o nostalgias respetables, no podemos lanzar el ímpetu fresco de la juventud que nos sigue para el recobro de una institución que reputamos gloriosamente fenecida.

JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA.
Discurso sobre la revolución española.
Cine Madrid, 19 de mayo de 1935.



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