Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 13 de noviembre de 2014

SOBRE NO "JUDICIALIZAR".

No judicializar el cachondeíto separatista catalán, que es lo que piden todos los que hablan, salvo el señor Rajoy, para quien echar balones fuera y trasladar responsabilidades a los demás es un arte.

Inciden los comentaristas en que la situación no está para que la Fiscalía ande sujetándose con papel de fumar los artículos, los epígrafes o las comas, a ver si por alguna rendija se le puede meter un puro a Mas. Y, por esta vez, coincido plenamente.

No está la cosa para echarles la pelota a los fiscales o a los jueces; máxime a los que, como todos sabemos, carecen de ellas. Y carecen, sobre todo, de la potestad de tomar las medidas que corresponden. Porque los fiscales y los jueces podrán -vaya, podrían, aunque dudo mucho que lo hagan- encausar al señor Mas y a sus ministrillos por evidentes delitos de secesión y de prevaricación. Probablemente, por malversación de fondos públicos, y posiblemente por amenazas.

Pero eso no afecta mas que a unos cuantos, y la solución debe ser para todos. A mi, que el señorito Mas acabe con sus huesos y su tupé en la cárcel, aunque no me molestaría verlo, no me soluciona nada. A mi lo que me soluciona es que se termine con la amenaza separatista, con la desfachatez, con la imposición del secesionismo por narices, con la aberración de que en una región española no se pueda estudiar en español. Y eso -coincido con la mayoría de los comentaristas periodísticos- requiere una decisión política.

Requiere una decisión política, por la sencilla razón de que los jueces no pueden tomarla. La constitución -si, ese papel mojado y, desde el pasado domingo, muerto; pero es lo que hay, salvo palabras mayores- no permite que los tribunales -ningún tribunal- lleve al parlamento el decreto -o ley, o lo que haga falta- para aplicar el artículo 155. Eso solo lo puede hacer el Gobierno.

Pero el señor Rajoy ya ha declarado -véase El Mundo de hoy, pág. 4- que él no lo va a hacer.

Entonces, señor Rajoy ¿qué coño va a hacer usted? ¿Dejar que la situación se pudra más, y que el próximo presidente del Gobierno -el sociata o el poderosillo, o ambos de la manita- zapatereen un poco y se vaya todo a la mierda?

Ahí, justo debajo de la cabecera de este diario, figura una sentencia de José Antonio, precisamente a propósito de este mismo tema del separatismo catalán. Como ya se que las cosas, a fuerza de estar siempre visibles, acaban por no verse, la copiaré de nuevo:

Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.


¿Te enteras, Mariano? Traición

Publicidad: