La que desde hace unos días se sucede, a cuenta de que don Alfredo Pérez Rubalcaba reclamase a un periodista que le llamase "señor Rubalcaba" en una rueda de prensa.
Entre otros muchos sitios, la noticia se recogía en El Mundo del pasado día 23, que lo relata así:
"Hola, buenos días, se está hablando mucho estos días del caso Faisán; Rubalcaba, me gustaría preguntarle...", ha iniciado el periodista hasta que el candidato le ha interrumpido. "Señor Rubalcaba, dice usted".
Y no hay periódico, radio -sobre todo la afectada directamente, COPE-, ni televisión más o menos derechista que no haga mofa de ello, buscando en el incidente un tinte de soberbia del candidato socialista.
Pero por esta vez -y creo que durante la campaña electoral no será la única, pues ayer mismo decía don Alfredo, según Público, que convendría centralizar las competencias policiales-, estoy de acuerdo con el señor Pérez.
En un artículo, en un editorial, en una charla radiofónica, en una tertulia televisiva en la que se cite a una persona, es admisible nombrarla sin tratamiento alguno. Pero dirigirse a alguien directamente, sin anteponer el don al nombre o el señor al apellido, es una falta de educación. Aquí y en Sebastopol.
Así es que, lo que a mi me gustaría, es que la prensa, la radio y la televisión estuvieran dando cuenta de qué sanción se le ha impuesto al periodista inculto, al que representa a su empresa de manera tan descortés, y al que hace gala de semejante chabacanería.