Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

sábado, 28 de abril de 2012

SOBRE LA REIVINDICACION DE HONRADEZ.

El secretario general del PP de Madrid, don Ignacio González, ha tenido la humorada de reivindicar la honradez de la "inmensa mayoría" de quienes se dedican a la política, frente a los "movimientos callejeros totalitarios" que la cuestionan y que "carecen de representación" , en la primera jornada del XV congreso regional de su partido.

Ignoro si el señor González es aficionado al mosto, y llevaba ya puestos un par de litros, o si es abstemio y su estado se debía a haber esnifado los efluvios de una cerveza sin alcohol. Lo ignoro y no me importa, porque resulta evidente que don Ignacio González estaba beodo o es un sinvergüenza. Sin que lo uno sea obstáculo para lo otro.

El señor González ha gastado una broma -pesadita- a los compromisarios de su partido, o los ha tomado por borregos, sin que haya prueba en contra de que acierte. Pero el señor González se ha olvidado -o le importa tres leches- de que hay en el mundo gente que no lleva grabado a fuego su pajarraco, y después de acabar de reírse lo mismo se iba a molestar.

No es mi caso -ni el del pajarraco ni el de molestarme- porque conozco el paño, y los tontos se repiten con una monotonía verdaderamente aburrida. Ya un Landelino Lavilla dijo que fuera de la Constitución sólo había barbarie, y el que no estuviera con el Gobierno o con la oposición estaba fuera, lo cual fue respondido por mucha gente con un a Dios gracias, previo al corte de mangas inevitable. Ahora es un Ignacio González el cretino que define la honradez por la pertenencia a un partido político de los que maman del sistema, del erario y de la mala leche del ciudadano común. Acaso quiere, don Ignacio, pasar a la posteridad como miembro del fresco de gilipollas ilustres. O de caraduras graníticos. O de Landelinos meapilas.

O tal vez don Ignacio es un cobarde, que no se atreve a llamar a los antisistema de ultraizquierda por su nombre y filiación: comunistas, anarquistas y gamberros. Pero si es un cobarde, acaso debiera el señor González abstenerse de generalizar; porque una cosa es la guerrilla urbana, la manifestación violenta e ilegal, el desafío a la legalidad vigente, y otra no tener representación.

Los gamberros de ultraizquierda, callejeros y totalitarios, recibirían -en un Estado de Derecho como el que no tenemos- la respuesta establecida en el Código Penal, y punto. Para eso están ustedes, los partidos políticos tan honrados: para que se cumplan las leyes.

Pero no me mezcle la representación con la honradez. Porque si usted, don Ignacio, tuviera una mínima honradez, se le hubiera caído la cara de vergüenza cuando su partido, el PP, se alió con el PSOE para reformar la Ley Electoral de forma que sólo puedan concurrir a las elecciones los partidos que ya se nutren de los Presupuestos Generales del Estado, o los que pueden venderse bien a los bancos para obtener créditos -que no pagarán- con los que montar un chiringuito de captación de firmas previa a la presentación de candidaturas.

Y usted, señor González, sabe perfectamente que su partido -los demás también, pero a quien usted representa es al PP, así es que le toca aguantar la vela- vive a costa de mi bolsillo, mientras que usted, en su soberbia ceporrez, me insulta porque mi opción política no es de las que se han vendido a los bancos. Esos mismos bancos a los que ustedes, los honrados de los partidos con representación, han soltado una millonada indecente.

¿Y ustedes son honrados? ¡Vaya usted a hacer puñetas, y que los dioses le porculicen, idiota!

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