Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 5 de noviembre de 2010

SOBRE LA VISITA

Que así dicho podrían ser muchas; podría ser la de cualquier familiar, amigo, conocido. Pero no; en nuestro Estado no confesional, y para los pijoprogres que dícense laicos -para definirse como pobres bestias tatuadas al lomo con el tópico gilipollas-, la única visita es la del Papa.
Para la prensa rojitonta, para los mercenarios de las cartas repetidas en cualquier periodiquito, para los monaguillos de la progresía necia -que ni siquieran saben cómo deben definirse, porque laico es todo el que no tiene órdenes clericales en primera acepción, y sólo en segunda, como favor a los tontos, se refiere a la independencia de cualquier confesión religiosa-, para los papanatas buscarruídos y para los ceporros con pedigrí; para los idiotas con máster y los cabrones con pintas; para los tontolabas crónicos y los mamarrachos ecuménicos; para los chulos y las golfas de toda condición, la única visita es la del Papa.
Para los becarios de mierda y los cagatintas suburbiales; para los nihilistas que se creen alguien y para los cuatezones mamandurrieros; para los iletrados oceánicos y los ágrafos herrados -y no es errata-; para -en fin- todos los clones del topicazo chinchinero y el estereotipo hideputense, la única visita es la del Papa.
Y berrean, en su condición de bestias sin espíritu, en contra de esa visita. Hay una pobre maruja -definición genérica-, que se apellida Torres, que -quizá en una aberración ninfomaníaca, y probablemente en su añoranza de batallas en campo de pluma, dicho sea así para honrar a los clásicos- no hace más que hablar de condones, y de que si fuera hombre -¿otra nostalgia contra natura?- se lo pondría cuatribarrado y con barretina para recibir al Jefe del Estado Vaticano.
Incluso -fuera de marujas aberrantes y salidas- hay plataformas varias, diversas, multiuso. Hasta sesenta. Acaso la clave de que haya tantas está en los materiales propagandísticos que venden: chapas a un euro, banderolas -baderillas-, a tres.
Hay memos y memas -como bibianas y bibianos- que expelen: No estoy en contra de las religiones, pero no me gusta que venga una persona a la que no reconozco como jefe de Estado. Me parece faltal que se gaste dinero público en la visita, precisa una fulana -o mengana, o zutana, no me malinterpreten- que se llama inútilmente Isabel Vila y -dice El País- lleva la solapa herrada.
Por lo que se ve, esta idiota si reconoce a Obama, a Sarkozy, a Isabel II, a Cristina Fernández y a Kim Jong Il, sin cuyo requisito ninguno de ellos sería Jefe de Estado. ¡Y todos ellos, sin saber que le deben el puesto a esta Isabelita atea de Barcelona! Por supuesto, nada que decir sobre el elevado concepto que la referida necia tiene de sí misma, arrogándose el poder de quitar y poner Jefes de Estado en el ancho mundo.
Y muchos otros -sigue diciendo El País- se sienten molestos porque van a ir muchos turistas, porque se les van a llenar las calles de gente, porque van a cortar el tráfico de algunas calles. Molestias todas ellas que no se hartan de sufrir cuando las calles y callejones son ocupadas por -pongo por caso- los pandilleros antisistema, los botelloneros gorrinos, o los homosexuales travestidos de locas loquitas. ¿Acaso porque, por mucho que los sodomitas presuman, no llegan a una ínfima parte de la gente de bien que acudirá a la llamada de Benedicto XVI? ¿O acaso porque a esos vecinos molestados les gustan las mariconadas?
Si es así, van listos. Porque entre esas 60 organizaciones que ayer convocaban una pataleta, según La Vanguardia de hoy -el resto de la prensa calla como lo que es-, no lograron reunir mas de 2.500 gilipollas. Pulsen sobre la imagen para descargar el documento.
Y otros claman por el gasto que suponga la visita papal. Tacaños que no protestan -lo dijo Duran y Lleida, no un facha- cuando viene la señora de Obama -a la que incluso le renuevan la carretera para una visita de tres o cuatro días-, ni cuando el charnego Montilla le consigue catorce trabajos remunerados a su señora, ni cuando su gobiernillo se lucra del tres por ciento que dijo don Pascual Maragall.
En fin, en esto ha quedado la antaño señorial Barcelona y la mesurada Cataluña del seny: en una pandilla de bobos sinvergüenzas y maleducados, que son la única cara visible de la noble ciudad y región. Al resto de los catalanes no se les da opción a replicar.
Despues de tantos años de consentir a los gamberros, a los chulos y a los guarros, no cabía esperar otra cosa.

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