Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 24 de agosto de 2011

SOBRE "LA DERECHA" Y EL CINE.

Cuenta El Plural -a ver quien, si no- que el denominado cineasta Vicente Aranda afirma que "la derecha española se niega a ver cine español".

Este señor Aranda añade, también, que "prácticamente media España se niega a ver películas españolas, de manera que el tema histórico más importante del país, la Guerra Civil, no se puede tocar porque la derecha piensa que una cinta sobre este asunto siempre es de izquierdas".

Y se queja -evidentemente- de que no hay suficientes leyes que apoyen el cine español, y de que no hay subvenciones bastantes, que es a donde van a parar siempre las quejas de según qué fauna, convencida de que debemos mantenerlos por ser quienes son.

“El público español ve muy mal las subvenciones, la gente siempre dice que por qué se dan ayudas al cine si se necesita dinero para otras cosas y no lo hay. Pues yo digo que sin subvenciones no hay cine, porque España ni siquiera tiene el número de habitantes suficiente como para que una película de éxito cubra el presupuesto de la cinta”, argumentó Aranda.

Hombre, señor Aranda, seamos serios. Películas sin ninguna subvención -como las varias entregas de Torrente- han cubierto mas que de sobra el presupuesto. Yo no las he visto, porque me parecen una basura; pero una basura que a la gente le ha gustado lo suficiente como para pagar por verla.

¿Es que, por ejemplo, Alatriste, no fue rentable en taquilla? ¿Es que no fue rentable, después, la venta de DVD?

El problema es que las películas que ustedes, los llamados cineastas españoles, hacen, son una auténtica mierda. El problema es que ustedes -los llamados cineastas- no hacen mas que repetir las mismas historias de mentira, de falsedad, de miseria y de desvergüenza. El problema, es que ustedes no saben hacer cine si no hablan mal de Franco ni sale una meretriz luciendo sus -generalmente dudosas- gracias.

El problema, señor Aranda, es que ustedes se refocilan de contínuo en la basura moral, en la miseria intelectual, en la mayor chabacanería y en el colmo de lo soez. El problema, es que son ustedes -los cineastas- unos acomplejados, tan imbéciles como para creerse el centro del Universo, y tan fátuos como para pensarse merecedores de todo premio, cuando no pasan de aficionadillos sin sustancia.

El problema, señor Aranda, es que no son ustedes capaces de hacer una película si no sacan esperpentos y no excitan el bajovientre. El problema, es que ustedes viven su vida como vulgares chulos de lupanar, y no entienden que haya vida fuera de su miseria.

El problema, señor Aranda, es que dan ustedes asco. Y pena, porque -aunque sea muy en el fondo- uno conserva algo de caridad, y no es plato de gusto observar la infrahumanidad de que hacen gala.

Y el problema, señor ombligodelmundo Aranda, no es que la derecha española “no tiene intelectuales a su favor y por eso los niega”; el problema es que ustedes le llaman ser intelectual a pensar con la entrepierna, y sus argumentos nunca van más allá de las glándulas mamarias y los glúteos. Y, señor Aranda, en el mundo hay muchas cosas además de tetas y culos. Aunque usted, en su octogenaria existencia, jamás haya pasado de la hormona.

Y ojo, que no es que yo diga que la derecha tiene intelectuales -que a la vista está, por lo mal que hacen las cosas, que no le sobran-; pero es que para la izquierda todo pasa por la entrepierna.

Así es que, señor Aranda, soy uno de los muchos millones de españoles que -sin ser de derechas, ya ve usted- se niega a ver cine español. Cine español de ahora; de 1975 en adelante. Tanto me niego, que ni siquiera lo busco en internet, lo cual ruego a la señora Sinde y a la SGAE que tengan en cuenta.

Sí veo, en cambio, películas españolas de las que no recibían subvenciones y, todo lo más, se buscaban la vida con créditos sindicales. Créditos, señor Aranda, señores cineastas, de esos que luego hay que devolver. Cosa pefectamente factible cuando el público paga por verlo, e imposible cuando la gente se aburre como una ostra con sus engendros.

Porque esa es otra, señor Aranda: que ustedes son aburridos, que ustedes duermen a las ovejas, y que aunque a uno le apeteciera tirar el dinero, no merece la pena invertir hora y media en sus complejos y sus tópicos.

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