Negociación de don Mariano Rajoy -lamentable presidente del Gobierno- y don Artur Mas -igualmente lamentable presidente de la región autónoma de Cataluña-, según dice El País.
En esta negociación -secreta, por lo que informa el referido periódico-, el señor Rajoy pretende encontrar una salida dialogada y de consenso a la crisis política, porque hay que ayudar a Mas a buscar una salida.
Quizá por eso -sigue El País- Rajoy, en ese afán por evitar ahora la confrontación, no quiso ayer ni siquiera descartar tajantemente la posibilidad de que se pueda buscar una fórmula para algún tipo de referéndum en Cataluña, por ejemplo a través de una no vinculante ley catalana de consultas.
Por su parte, el señor Mas ha declarado -lo dice también El País- que “La consulta se hará sí o sí. No hay ni un solo milímetro de marcha atrás en nada, ni de freno.”
Pues siga usted, señor Rajoy dándole aire al separatismo, no se vaya a sofocar; y tráguese sus palabras y sus promesas electorales, que ya sabe usted -como yo- que el pueblo soberano es gilipollas y no se lo tiene en cuenta; y siga usted siendo un dialogante, un consensuante, un calzonazos y un cagurrín.
Lo que tengo que decir -aparte de lo mentado- es lo que figura en primera línea de mi diario, justo debajo de la cabecera, y firmado por José Antonio Primo de Rivera:
Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.
Y luego nos quejaremos cuando alguien modifique la ley, y restablezca la pena de muerte para tiempos de guerra -que la Constitución permite- y la empiece a aplicar según proceda con traidores, genocidas, hombrines y hominicacos.
sábado, 7 de septiembre de 2013
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