Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 22 de octubre de 2009

SOBRE UN ANIVERSARIO (LUIS TAPIA AGUIRREBENGOA).

Aniversario -tercero- de la muerte de mi Coronel Luis Tapia Aguirrebengoa.
Fue Luis militar de una pieza, Caballero Legionario respetado y -lo que es más difícil- querido por sus legionarios. Esto no lo dijo nunca él, lógicamente; lo he visto por mis propios ojos en esta telaraña mundial, leyendo lo que sus soldados decían de su Coronel en foros que me trajo Google, y en la necrológica de El Día.
Fue Luis brillante escritor, con palabra acerada como bayoneta y tambien docta y razonada. Las páginas de El Alcázar se honraron cotidianamente con su firma y, andando el tiempo, el honor pasó a EJE, donde compartimos esfuerzo y pasión.
He rebuscado mi recuerdo correspondiente al pasado año, para no repetirme; pero veo que no me queda más remedio que repetirme, porque nada de lo que dije sobra, y nada que pudiera añadir hace falta. Así es que aquí lo tienen, no para salir del paso, sino porque es lo que manda la tabla:

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IN MEMORIAM
Luis Tapia Aguirrebengoa.

Hace un tiempo, cotorreando de qué sitios amigos proceden algunos de los visitantes de mi blog, o qué búsqueda les envía a mi diario, vi que alguien había llegado a mi página preguntando al omnipresente google por Luis Tapia Aguirrebengoa.
Tuve la curiosidad de mirar qué resultados había obtenido aquella búsqueda, y así conocí algo que -a fuer de sincero- habría preferido ignorar: Luis Tapia había fallecido el 22 de octubre de 2006, en su querida tierra de Tenerife.
Coincidí con Luis Tapia Aguirrebengoa en aquella hermosa y malograda aventura de Juntas Españolas, allá por los últimos años 80 del pasado siglo. Me falla la memoria para discernir si fue en el local de Cuatro Caminos, o ya en el de María de Molina, pero si recuerdo que fue un sábado, porque el sábado era el día en que se reunía la Junta Nacional, para permitir el viaje de los camaradas que venían de otras provincias. Luis se llevaba en esto -como en tantas cosas- la palma, y probablemente recorrió al servicio de JJ.EE. tantos kilómetros como en su vida militar.
Era Luis Tapia un hombre de mediana estatura, enjuto, pura presencia de esos caballeros españoles que se reconocen a distancia. En su trato surgía de inmediato la hidalguía, la hombría de bien; y también el espíritu acerado del Caballero Legionario, sobrio, riguroso, ni un gesto de menos ni una palabra de más, y la inteligencia siempre aguzada al amor y al servicio de España.
Trabajador infatigable, puso todo su esfuerzo en batir sus queridas islas Canarias en busca de amigos y camaradas que unir a la tarea; consiguió un gran porcentaje de las suscripciones que tuvo EJE, publicación que casi siempre engalanó sus páginas centrales con la firma del Coronel Tapia; y de su mano salió el documento programático de JJ.EE., en el que los demás apenas pusimos una frase porque la prosa -poética y castrense- y la idea -rigurosa y exacta- de nuestro Coronel no necesitaba más.
En una de las páginas donde encontré la noticia de su muerte, algunos de sus antiguos legionarios hablaban de él -a tantos años vista- con el cariño y el respeto que sólo producen los hombres de bien. Como hablamos y pensamos de él todos nosotros, los que lo conocimos ya en la vida civil, aunque militante, en la que siempre nos alentó con su ejemplo.
Más cosas quisiera decir, pero baste con recordarle como el Coronel Legionario, como el Capitán de los Tercios, que del Credo sacaba el avituallamiento para el combate de cada día, y aún le sobraba para municionarnos a todos los demás.
Tu -amigo, camarada, mi Coronel-, ya estás con los mejores. Pero a mí, al saber tu muerte, se me ha quedado para siempre vacío el mejor hueco en las páginas centrales de nuestro común afán.
Luis Tapia Aguirrebengoa, ¡Presente!

SOBRE QUE "UN AÑO NO ES NADA."

Porque hace casi exactamente un año, día por día, escribía a propósito de la tasa de basuras y las multas oceánicas del Ayuntamiento de Madrid. Como la cosa ya no está en lontananza, sino a la vuelta de la cuenta corriente, voy a copiarlo:
 

* * * * *
 

SOBRE LA BOTELLA DE LA BASURA.
 
La botella es doña Ana; y la basura, la que nos quiere cobrar multiplicada a los habitantes de este desgraciado Madrid.
 
No contenta doña Ana Botella y don Alberto Ruíz-Gallardón con imponer una nueva tasa, de entre 50 y 60 euros anuales, por recogida de basuras, al atraco añaden la amenaza: quien no separe a su gusto los distintos tipos de residuos, lo pagará caro. Concretamente, tan caro como 750 euros.
 
Uno, que ya lleva años a la espalda -aunque no tantos como doña Ana y don Alberto- recuerda los tiempos en que las familias -fundamentalmente los críos, para sacarnos unas pesetas- almacenaban los periódicos para irlos a vender, al peso, de vez en cuando. En ocasiones, corrían igual suerte algunos libros de texto ya superados; cuadernos de cursos que -a ojo de los catorce o quince años- quedaban tan atrás como la prehistoria. Casi como el juez Garzón.
 
Por aquellos quilos de papel -periódicos, libros, revistas-, los críos sacábamos unos duros para cromos o -todo sea dicho- para tabaco.
 
Algunos, con marcado espíritu comercial, se procuraban botellas vacías o rotas, que también vendían a buen precio. Y cachivaches de todo tipo, ropa vieja, que recogían los traperos.
 
Bien, dejemos el cuadro costumbrista y vamos a lo que quería decir: de todo aquella reutilización de materiales diversos -que ahora los cursis han dado en llamar reciclaje- los afectados obtenían un beneficio. Si entonces -años 60 finales, primeros 70- el papel usado, y el vidrio, y los trapos, y los cachivaches, tenían un valor, es de suponer que también ahora lo tienen. ¿Dónde va el papel y cartón de los contenedores? ¿Dónde el vidrio? ¿Dónde el plástico?
 
Porque nos dicen que se recicla; esto es, que se le otorga nueva vida de alguna forma. ¿Y los beneficios de las empresas dedicadas a esa labor? ¿Dónde están esos beneficios que las empresas obtienen con el trabajo de cada familia que separa restos y los entrega en las mejores condiciones?
 
¿Dónde están los céntimos que me corresponden por cada periódico que pongo en el chirimbolo azul? ¿Dónde los que me tocan de la cosecha del verde? ¿Dónde los que mi trabajo con el contenedor amarillo generan? ¿Quien se los queda? ¿Gallardón? ¿O la empresa amiga de Gallardón?
 
¿Qué me va a dar el Ayuntamiento, o el alcalde, o la empresa del amigo del alcalde, a cambio, no sólo de mis residuos, sino de la separación de los mismos; esto es, de mi trabajo?
 
¿Acaso por tal motivo me va a rebajar los impuestos? Pues parece que no: me va a obligar a trabajar, bajo coacción, y encima me va a cobrar por ello.
 
Vamos, como lo de ser casquivana y poner el lecho.

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