Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

martes, 16 de diciembre de 2014

SOBRE LA IGUALDAD EN LA CORRUPCIÓN.


Dice la señora De Cospedal -véanlo en El Mundo de hoy, pág. 5- que la misma corrupción que puede haber en un partido la hay en la sociedad en general. Y añade que si en una sociedad se realizan conductas irregulares, se realizan en todos los ámbitos.

Doña Dolores, evidentemente, sabe muy bien de qué habla. También, por supuesto, el señor Sánchez socialista, o el señor o señora como se llame de IU. Incluso el señor Iglesias, tan de moda. Todos ellos saben muy bien de qué hablan, y nosotros también.

Es indudable que es un modo de corrupción pagar una factura sin IVA, o al menos eso intentan hacernos creer. Lejos de mi intención hacer apología de la evasión fiscal, pero me atrevería a decir que, ante unos impuestos confiscatorios, eludirlos es casi un deber de la inteligencia y una necesidad de la supervivencia. 

Aún así, admito que no pagar el IVA cuando se puede evitar sea evasión fiscal y hasta corrupción. Lo que ocurre, doña Dolores -que ya se que no es usted la única, ni su partido; pero ahora comento sus declaraciones y a usted le ha caído la papeleta- es que no es lo mismo el ciudadanito que pide que no le hagan factura para no pagar IVA al fontanero, al pintor o al mecánico, y el político que infla facturas, que cobra sobornos, que admite cohechos y prevarica para conseguirlos.

Se ponga usted como se ponga, ocurren dos cosas: la primera, que el ciudadanito ha aprendido de ustedes y trampea para sobrevivir; la segunda, que el ciudadanito puede, acaso, cometer un delito fiscal, pero ustedes no sólo cometen ese mismo delito -multiplicado por miles o millones-, sino que además involucran en él a quienes les han votado, que se convierten en cómplices.

El ciudadano particular puede, tal vez, cometer un delito privado, cuya responsabilidad sólo le incumbe a él. Ustedes, los políticos, cometen un delito que, además, daña al Estado que representan. 

Y luego se asombrarán de que los monigotes descerebrados voten al primer sinvergüenza que se presente, y que los que aún usamos dos neuronas pensemos que no hay nada menos malo para elegir y, en consecuencia, les mandemos a todos -a todos- a tomar por culo.

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