Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 10 de mayo de 2013

SOBRE LA RECETA DEL BANQUERO.

Receta ofrecida -véanlo en Público- por el responsable de Economía Desarrollada de BBVA Research, Rafael Domenech, y que consiste básicamente en pisotear más y mejor a quien menos tenga.

Porque la oferta se inicia con la bajada del IRPF; algo que todos suscribiríamos de entrada, pero que tiene trampa, pues lo quieren acompañado de menos deducciones. Esto es: que a igualdad de salario, los que tengan hijos menores, padres dependientes, enfermedades, incapacidades, etc., paguen lo mismo que el que no tenga ningún gasto extraordinario. Política social que podría definirse como "lo mío es mío, y lo tuyo lo repartimos", muy propia de la banca cuando se lo permiten.

Pero no queda ahí la cosa: el representante del BBVA prosigue afirmando que hay "margen" para subir los tipos reducidos del IVA e impuestos especiales, y que se trata de realizar una presión fiscal "eficiente".

Evidentemente, la presión fiscal más eficiente es la de sacar los billetes del bolsillo de los potentados, y las monedas de los del resto. Nada más eficiente que pegarle un mordisco a la barra de pan o un sorbo al vaso de leche del pobre. Al rico quizá ni le importe el pan y la leche, o lo pagará en "negro", o con acciones preferentes.

Nada mas eficiente que subir los impuestos de los garbanzos, el arroz, la fruta o las verduras, de donde se puede trincar buena pasta; mucha más que de subírselo al caviar, porque las cantidades consumidas resultan algo diferentes. Nada más eficiente que subir los impuestos especiales, que fundamentalmente afectan a vicios nefandos, como el tabaco; al alcohol, y a los combustibles. Que este fumador que suscribe suelte la mosca al comprarse el vicio; que los botelloneros se joroben pagando impuestos; que el parado de la esquina se rasque el bolsillo cuando compre botellas de vino de cien euros... ¡Ah, coño! Que el parado no puede comprar botellas de vino de cien euros; que esas las compran -entre muchos otros de casta similar- los banqueros... Pero claro, los cien euros del banquero probablemente no supongan el diez por ciento de su sueldo.

Y, sobre todo, que se jodan pagando impuestos los automovilistas, los que usan el coche hasta para ir al baño. Por insolidarios, contaminantes, insalubres, antiecologistas y todo eso. Vaya; pero resulta que también el pobre desgraciado mileurista tiene que comprar el pan que reparten en furgonetas que usan combustible; o la leche que ídem de lienzo; o la carne, el pescado, las patatas y demás lujos que tres cuartos de lo mismo. Y evidentemente, el transportista le va a cobrar el incremento del precio del combustible al tendero; y el tendero al comprador.

Y hay margen; claro que lo hay. Porque no hay más narices que pagarlo, y nadie puede prescindir de todos los alimentos que se transportan de un lado a otro en vehículos que consumen combustible. De la misma forma que hay margen para bajar los sueldos, que es otra de las propuestas de los banqueros del BBVA: bajar sueldos para que haya menos paro. Lo que, dicho en román paladino, significa pagarle a tres trabajadores el sueldo de dos; o sea: repartir la miseria, y que haya más gente con el dinero justito para pagar impuestos y pedir créditos usurarios.

¿Nos vamos enterando de cual es la política económica y social del Sistema liberal capitalista, tan eficazmente representado por los gobiernos del PSOE y del PP?

Por si alguien no lo sabe -que no lo sabrá, porque el número de tontos es infinito- o no lo recuerda -porque la cantidad de necios también se aproxima al infinito-, o no lo quiere saber ni recordar -porque la profundidad de la hideputez es abisal-, se comunica a quien lo haya menester que el IRPF lo instauró esta mierdocracia, y que antes sólo estaban obligados a confesarse con Hacienda los receptores de emolumentos muy superiores al salario normal -límite alto- de la época. O sea: que con Franco pagaban impuestos los más ricos.

Y, por supuesto, que la Banca -que cada vez se aproxima más a la imagen decimonónica de chaqué y puro del tópico sociata- en la etapa anterior a esta democracia que nos hemos dado a nosotros mismos, estaba bien metidita en cintura.

Como todos los demás sinvergüenzas, mamandurrieros y robaperas.
 

Publicidad: