Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

domingo, 30 de enero de 2011

SOBRE LA DEMOCRATIZACION MUSULMANA.

Porque las algaradas que han dado en tierra con el ditador tunecino Ben Alí, se han propagado a Egipto y amenazan extenderse son -para un colaborador de El País-, un movimiento democrático.
Nada extraño que El País -con su conocida clarividencia- vea democracia en cualquier algarabía. Más extraño -aunque tampoco demasiado llamativo, por igual razón de demostrada clarividencia- es que los EE.UU. y la Unión Europea -dice El Imparcial-, insten al Gobierno egipcio a permitir las protestas.
Estas actitudes, entre los sectarios de la prensa amarilla y entre los ignorantes que hacen comentarios en los periódicos digitales de ultraizquierda, serían normales; entre las cancillerías estadounidense y europeas, es preocupante. Y si le sumamos los comentarios de esa ciudadanía que compra sus quince segundos de gloria enviando mensajitos a la tele -Intereconomía en este caso- congratulándose de las revueltas tunecina y egipcia, la cuestión alcanza la necedad máxima.
Por mi parte -ya me gustaría equivocarme- creo que la cosa no va a terminar en una democratización, entendida al liberal modo, sino en un polvorín islámico que nos puede llevar a todos por delante. Porque ya Público lo contaba: "acudieron juntos al rezo del viernes a la mezquita de Mustafá Mahmud. Los miles de asistentes, que no fieles, que había en los alrededores aplaudieron cuando el imán criticó la actitud del Gobierno."
No serían fieles -para Público- pero estaban en la mezquita y aplaudiendo al imán. Y nadie en su sano juicio puede pensar que los grupos radicales islámicos no aprovechen la coyuntura.

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