Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 20 de marzo de 2014

SOBRE LA PAELLA Y EL ARROZ PASADO.

Paella, la que según dicen los plumíferos, los políticos y los gilipollas -condiciones no excluyentes- ofreció el teniente coronel D. Antonio Tejero Díaz -hijo del teniente coronel D. Antonio Tejero Molina- a su padre y otros varios invitados, a mitad del pasado mes de febrero. Paella que los citados plumíferos, gilipollas y políticos entienden como de celebración del 23-F, pese a haber tenido lugar varios días antes y haber revestido carácter íntimo y puramente amistoso, de la que nadie se habría enterado a no ser porque el señor ministro ha cesado, por su causa, al Jefe de la Guardia Civil.
 
Arroz pasado, el de asociaciones de presuntos guardias civiles, tal que la Asociación Unificada de la Guardia Civil -la misma que va de la manita con UGT y CCOO a manifas, y ya hace años lo comenté en este mismo sitio- y la Unión de Guardias Civiles, de la que luego hablaré. Presuntos guardias, porque esos individuos tienen de guardia civil lo que yo, que lamentablemente sólo tengo la devoción por el viejo Instituto Armado que fue y ya no es, y el respeto por algunas de las personas que visten el uniforme, y no por el conjunto, mal que me pese.
 
Arroz -más que pasado, pocho- el de esa Unión de Guardias Civiles que -vean El País- califica al Teniente Coronel D. Antonio Tejero Díaz de déspota, añadiendo que se valió de agentes de servicio para su particular conmemoración. "Los cocineros que hicieron la paella son guardias que estaban en su jornada laboral, pero que recibieron órdenes para que dejaran sus quehaceres policiales. Su nueva orden era hacer la paella. Los que actuaron de camareros, igualmente. Incluso se hizo una exhibición de material para mayor gloria de estos golpistas, detrayendo agentes de sus funciones policiales"
 
Estos imbéciles de la Unión de Guardias Civiles -que deben ser de los que salen poquito a la calle y llevan toda su vida enchufados en las oficinas o los cuarteles- dicen que los cocineros... recibieron órdenes para que dejaran sus quehaceres policiales. ¿Qué labores policiales realiza un cocinero? ¿Qué investigaban los cocineros? ¿El punto de ebullición del agua? ¿El punto adecuado de sal y condimentos? ¿El tiempo exacto de la cocción de un huevo? ¿O los cocineros cocinaban, que es lo que su nombre indica, y por tanto siguieron haciendo sus labores? Ídem de lienzo con los camareros, obviamente.
 
¿Y la exhibición de material? ¿Desde cuando no está en vigor la costumbre de mostrar el material a quienes visitan una unidad militar?
 
Pero lo que roza el esperpento son las declaraciones de los políticos, recogidas por El País: Rosa Díez, de UPyD, pidió que se actúe con "ejemplaridad" y se imponga la "máxima pena" pues con el golpismo no caben "bromas ni mirar para otro lado". José Luis Centella, de La Izquierda Plural, reclamó que investigue la fiscalía y se depuren "responsabilidades penales". Aitor Esteban, del PNV, consideró "lógica" la destitución y Pere Macías, de CiU, felicitó al ministro por su "rápida y positiva" respuesta. Para Alfonso Alonso, del PP, "Lo importante es que la paella ha sido indigesta porque el responsable ha sido destituido".
 
Es decir: que doña Rosa Díez no sólo da por juzgado y condenado a quien ni siquiera tiene abierto expediente, sino que además exige la máxima pena. Y por un presunto delito ni siquiera de opinión, sino de supuesta intención. Doña Rosa es el oráculo que conoce los íntimos pensamientos de los demás, y eso le basta para condenar, no por los hechos, sino por la intencionalidad.
 
El individuo de la Izquierda Plural -tan enamorada del pensamiento único- pide que se depuren "responsabilidades penales", cuando es evidente que no sólo no hay delito, sino que ni siquiera hay falta administrativa dado que -véase La Gaceta- el hecho aducido de no haber pedido permiso para celebrar esa comida se cae por su propio peso, puesto que el propio teniente coronel cesado sería uno de los capacitados para otorgar ese tipo de permisos.
 
Las afirmaciones de PNV y CiU no merecen comentario: es lo normal.
 
Lo que sí la merece, es la de ese tal Alfonso Alonso, pepero, para quien "lo importante es que la paella ha sido indigesta porque el responsable ha sido destituido". También normal, claro que sí. Lo importante para el PP es destituir a alguien por ser -como le dijo José Antonio al entonces director general de seguridad de la republiquita- hijo de padre conocido y honrado.
 
Al señor Alonso y sus mariachis peperos -sigo el comentario joseantoniano- nunca les podrán destituir por eso.
 
Así es que, en el fondo, de lo que se trata es de que "no haya en el cuerpo un general con el apellido Tejero", según dice La Gaceta que comenta el personal que estuvo bajo su mando en el acuartelamiento de Valdemoro. O de -como indica Ramón Tejero, también en La Gaceta- El cese de mi hermano lo atribuyo a una falta de vergüenza del director general de la Guardia Civil y del ministro del Interior.
 
Pues eso; falta de vergüenza.
 

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