Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

domingo, 24 de diciembre de 2023

SOBRE ESTAS FECHAS.

Que no fiestas, aunque también lo marque así el calendario laboral, porque aquí de lo que se trata es de celebrar que nace Jesús, que nos nace Dios a todos y cada uno de nosotros.
Como es tradicional, quiero felicitar la Navidad; esto es, la Natividad del Señor, a los amigos conocidos y desconocidos. A los camaradas conocidos y desconocidos; conocidos todos, al fin, porque hijos somos de la misma madre España.
Quiero felicitar el nacimiento del Niño a todos los que, siendo españoles o -con más mérito- sin serlo, saben y sienten lo que es España; y quiero desearles -desearme- que el próximo año volvamos a tener la España que queremos, aunque no la merezcamos.
A todos los demás; a los que no saben lo que es España, ni lo sienten, ni les importa, no ha de extrañarles que tampoco a mí me importe una higa lo que sea de ellos. A los que no son mas que ciudadanos, o demócratas, o tolerantes, o cualquiera otra de las múltiples etiquetas idiotas, que les vayan dando. Y esta vez ni siquiera pido a Dios que me perdone por ello, porque ni estoy mínimamente contrito, ni tengo ningún propósito de enmienda.
A los que están dejando morir a mi madre España, a los que la están matando con su estupidez, su cobardía, su abulia, su necedad y sus topicazos de chinchín televisivo, no les puedo desear otra cosa. Únicamente a mis camaradas, a mis hermanos en España, les deseo una Feliz Natividad del Señor, y que Él -en Su misericordia- nos de Fe, Esperanza y buena mano.

lunes, 20 de noviembre de 2023

SOBRE HOY.

Hoy, que es 20 de noviembre, 20-N, para lo que gusten mandar.

La fecha del 20-N hace años que me resulta triste. No por la muerte -ellos están ahí, en los luceros-, sino por el abandono. Desde la profanación del Valle de los Caídos, con policías y guardias serviles paseando armados por la Basílica sin que la autoridad eclesiástica dijera esta boca es mía, acaso porque la autoridad eclesiástica sólo tiene manos pedigüeñas y subvencionadas, el 20-N es triste. Es la derrota, aunque no el fin de la lucha.

Pero se me hace difícil escribir con esperanza. No tengo esperanza alguna en esta sociedad que se suicida alegremente. Si acaso, la de sobrevivir hasta ver el suicidio colectivo y poder decir, una vez más, que lo avisamos; y que bien está, al fin, que se suicide una sociedad sin valores y sin valor; una sociedad bovina, que bala alegre hacia el matadero. 

No tengo más esperanza que llegar a ver -y si Dios lo permite, tomar la parte que pueda- cómo se realiza el proyecto de esta sociedad progresista, que odia al que no se somete al amo, que aplaude muros que expulsan de la vida pública a la mitad de los españoles, y que está poniendo los cimientos de una segunda vuelta que espera ganar. Y que volverá a perder, porque estos cuatezones que, de cumplir sus propias leyes, estarían todos enchiquerados por ese curioso delito de odio -como si los sentimientos sin acción pudieran delinquir-, siguen siendo inferiores. Lo que es peor -para ellos-: siguen sintiéndose inferiores, y por eso odian a los que -en su subconsciente- reconocen como superiores.

Y entre ellos, los dos hombres cuya muerte -y sobre todo, vida- recordamos hoy.  

Y escribo sin esperanza y -a decir verdad- sin ganas; pero escribo porque no hacerlo hoy sería cobardía, y ya tengo demasiados años para callarme. 

Así es que aquí queda, para amigos y enemigos, mi recuerdo:

José Antonio Primo de Rivera, ¡Presente!

Francisco Franco, ¡Presente!

¡Arriba España!


miércoles, 15 de noviembre de 2023

SOBRE LA AUSENCIA DEL "NO".

Sentencia don Alfonso Ussía en El Debate de hoy, que el 'No' es una colaboración, un reconocimiento del 'Sí', y aboga por la ausencia de todos los Diputados disconformes con la amnistía cuando dicho engendro se debata en el Parlamento.


Sin ser entusiasta del señor Ussía -aunque reconociéndole su humorismo de buena ley- tengo que estar de acuerdo con lo que propone. Ni un solo voto negativo, por ausencia de la mitad de la cámara.

Y no estoy de acuerdo exclusivamente porque lo diga el señor Ussía, sino porque es lo mismo que vengo diciendo -y escribiendo- desde hace más de cuarenta años: votar, aunque sea en contra, es ser cómplice. 

Por eso, como ya tengo muy repetido y los habituales saben de sobra, siempre he dicho que no iba a votar en las elecciones salvo encontrar algo menos malo, cosa que casi nunca ha ocurrido para mi modesto entender.

A este convencimiento de no ser cómplice votando a un sistema no me llevó, en su día, ninguna revelación, ningún profundo estudio, ninguna profecía. Me llevó, lisa y llanamente, la aseveración de todos los partidos y de todos los periodistas amarillos de que la alta participación registrada en las elecciones generales del 1982 -aquellas que ganó de calle el PSOE de Felipe González porque UCD se las puso a huevo- había sido un triunfo de la democracia.

Y en ello, evidentemente, se incluían todos los votos; hasta el mío que -el secreto del voto es un derecho, no un deber- había sido para la Solidaridad Española de don Antonio Tejero Molina.

Así lo escribí muchos años después -lo pueden comprobar pulsando aquí-, pero aún así bastante antes que don Alfonso Ussía, y a ello he sido fiel desde entonces. Ningún voto NO a la amnistía del traidor Sánchez, del traidor PSOE, del traidor comunismo de veinte caras y cien siglas. Ningún voto NO, simplemente por ausencia, por evidenciar que media España -la que no vive de los Presupuestos Generales del Estado, con subvenciones, falcons y guardaespaldas- simplemente -dicho sea con bien altas y nobles palabras- desprecia el juguete.


domingo, 29 de octubre de 2023

SOBRE LA ESPERANZA.

Hace 90 años.

Tal día como hoy de hace noventa años, un joven universitario al que tres años después fusilaría la izquierda con los fusiles que había cargado la derecha, mostró a los españoles que había un futuro para todos.

Muchos españoles lo creyeron, lo siguieron y, cuando los asesinos ultraizquierdistas del PSOE se lanzaron a la aniquilación de media España, se alzaron en armas para impedirlo. También cuando los separatistas catalans, baskos y otros gilipollas de la misma recua quisieron dinamitar -tenían querencia por la dinamita, como todos los cobardes que ponen la bomba y esconden la mano- la unidad de la primera Nación habida en este puñetero mundo.

Otros muchos -justo es decirlo- estuvieron en contra. Ninguno con razón y casi todos con antipatía, que es la razón del que no la tiene.

En un mundo normal, la bandera levantada el 29 de Octubre de 1933 habría sido para todos bandera de esperanza, de fe y de ánimo. En este mundo nuestro, aquella bandera sólo la seguimos unos cuantos -pocos para lo que la idea merece, muchos para el miedo del enemigo cobarde- y sirve de poco porque ya hemos vuelto al punto de partida; porque ya no sirve la esperanza, sino el odio, y en ello estamos con bastante éxito.

Por si acaso, ahí les dejo aquellas palabras que fueron luz.


* * *

DISCURSO DE LA FUNDACION DE FALANGE ESPAÑOLA 

(Discurso pronunciado en el Teatro de la Comedia de Madrid, el día 29 de octubre de 1933, por José Antonio Primo de Rivera).

Nada de un párrafo de gracias. Escuetamente, gracias, como corresponde al laconismo militar de nuestro estilo.

Cuando, en marzo de 1762, un hombre nefasto, que se llamaba Juan Jacobo Rousseau, publicó El contrato social, dejó de ser la verdad política una entidad permanente. Antes, en otras épocas más profundas, los Estados, que eran ejecutores de misiones históricas, tenían inscritas sobre sus frentes, y aun sobre los astros, la justicia y la verdad. Juan Jacobo Rousseau vino a decirnos que la justicia y la verdad no eran categorías permanentes de razón, sino que eran, en cada instante, decisiones de voluntad.

Juan Jacobo Rousseau suponía que el conjunto de los que vivimos en un pueblo tiene un alma superior, de jerarquía diferente a cada una de nuestras almas, y que ese yo superior está dotado de una voluntad infalible, capaz de definir en cada instante lo justo y lo injusto, el bien y el mal. Y como esa voluntad colectiva, esa voluntad soberana, sólo se expresa por medio del sufragio –conjetura de los más que triunfa sobre la de los menos en la adivinación de la voluntad superior–, venía a resultar que el sufragio, esa farsa de las papeletas entradas en una urna de cristal, tenía la virtud de decirnos en cada instante si Dios existía o no existía, si la verdad era la verdad o no era la verdad, si la Patria debía permanecer o si era mejor que, en un momento, se suicidase.

Como el Estado liberal fue un servidor de esa doctrina, vino a constituirse no ya en el ejecutor resuelto de los destinos patrios, sino en el espectador de las luchas electorales. Para el Estado liberal sólo era lo importante que en las mesas de votación hubiera sentado un determinado número de señores; que las elecciones empezaran a las ocho y acabaran a las cuatro; que no se rompieran las urnas. Cuando el ser rotas es el más noble destino de todas las urnas. Después, a respetar tranquilamente lo que de las urnas saliera, como si a él no le importase nada. Es decir, que los gobernantes liberales no creían ni siquiera en su misión propia; no creían que ellos mismos estuviesen allí cumpliendo un respetable deber, sino que todo el que pensara lo contrario y se propusiera asaltar el Estado, por las buenas o por las malas, tenía igual derecho a decirlo y a intentarlo que los, guardianes del Estado mismo a defenderlo.

De ahí vino el sistema democrático, que es, en primer lugar, el más ruinoso sistema de derroche de energías. Un hombre dotado para la altísima función de gobernar, que es tal vez la más noble de las funciones humanas, tenía que dedicar el ochenta, el noventa o el noventa y cinco por ciento de su energía a sustanciar reclamaciones formularias, a hacer propaganda electoral, a dormitar en los escaños del Congreso, a adular a los electores, a aguantar sus impertinencias, porque de los electores iba a recibir el Poder; a soportar humillaciones y vejámenes de los que, precisamente por la función casi divina de gobernar, estaban llamados a obedecerle; y si, después de todo eso, le quedaba un sobrante de algunas horas en la madrugada, o de algunos minutos robados a un descanso intranquilo, en ese mínimo sobrante es cuando el hombre dotado para gobernar podía pensar seriamente en las funciones sustantivas de Gobierno.

Vino después la pérdida de la unidad espiritual de los pueblos, porque como el sistema funcionaba sobre el logro de las mayorías, todo aquel que aspiraba a ganar el sistema ,tenía que procurarse la mayoría de los sufragios. Y tenía que procurárselos robándolos, si era preciso, a los otros partidos, y para ello no tenía que vacilar en calumniarlos, en verter sobre ellos las peores injurias, en faltar deliberadamente a la verdad, en no desperdiciar un solo resorte de mentira y de envilecimiento. Y así, siendo la fraternidad uno de los postulados que el Estado liberal nos mostraba en su frontispicio, no hubo nunca situación de vida colectiva donde los hombres injuriados, enemigos unos de otros, se sintieran menos hermanos que en la vida turbulenta y desagradable del Estado liberal.

Y, por último, el Estado liberal vino a depararnos la esclavitud económica, porque a los obreros, con trágico sarcasmo, se les decía: “Sois libres de trabajar lo que queráis; nadie puede compeleros a que aceptéis unas u otras condiciones; ahora bien: como nosotros somos los ricos, os ofrecemos las condiciones que nos parecen; vosotros, ciudadanos libres, si no queréis, no estáis obligados a aceptarlas; pero vosotros, ciudadanos pobres, si no aceptáis las condiciones que nosotros os impongamos, moriréis de hambre, rodeados de la máxima dignidad liberal”. Y así veríais cómo en los países donde se ha llegado a tener Parlamentos más brillantes e instituciones democráticas más finas, no teníais más que separamos unos cientos de metros de los barrios lujosos para encontramos con tugurios infectos donde vivían hacinados los obreros y sus familias, en un límite de decoro casi infrahumano. Y os encontraríais trabajadores de los campos que de sol a sol se doblaban sobre la tierra, abrasadas las costillas, y que ganaban en todo el año, gracias al libre juego de la economía liberal, setenta u ochenta jornales de tres pesetas.

Por eso tuvo que nacer, y fue justo su nacimiento (nosotros no recatamos ninguna verdad), el socialismo. Los obreros tuvieron que defenderse contra aquel sistema, que sólo les daba promesas de derechos, pero no se cuidaba de proporcionarles una vida justa.

Ahora, que el socialismo, que fue una reacción legítima contra aquella esclavitud liberal, vino a descarriarse, porque dio, primero, en la interpretación materialista de la vida y de la Historia; segundo, en un sentido de represalia; tercero, en una proclamación del dogma de la lucha de clases. 

El socialismo, sobre todo el socialismo que construyeron, impasibles en la frialdad de sus gabinetes, los apóstoles socialistas, en quienes creen los pobres obreros, y que ya nos ha descubierto tal como eran Alfonso García Valdecasas; el socialismo así entendido, no ve en la Historia sino un juego de resortes económicos: lo espiritual se suprime; la Religión es un opio del pueblo; la Patria es un mito para explotar a los desgraciados. Todo eso dice el socialismo. No hay más que producción, organización económica. Así es que los obreros tienen que estrujar bien sus almas para que no quede dentro de ellas la menor gota de espiritualidad.

No aspira el socialismo a restablecer una justicia social rota por el mal funcionamiento de los Estados liberales, sino que aspira a la represalia; aspira a llegar en la injusticia a tantos grados más allá cuantos más acá llegaran en la injusticia los sistemas liberales.

Por último, el socialismo proclama el dogma monstruoso de la lucha de clases; proclama el dogma de que las luchas entre las clases son indispensables, y se producen naturalmente en la vida, porque no puede haber nunca nada que las aplaque. Y el socialismo, que vino a ser una crítica justa del liberalismo económico, nos trajo, por otro camino, lo mismo que el liberalismo económico: la disgregación, el odio, la separación, el olvido de todo vínculo de hermandad y de solidaridad entre los hombres.

Así resulta que cuando nosotros, los hombres de nuestra generación, abrimos los ojos, nos encontramos con un mundo en ruina moral, un mundo escindido en toda suerte de diferencias; y por lo que nos toca de cerca, nos encontramos en una España en ruina moral, una España dividida por todos los odios y por todas las pugnas. Y así, nosotros hemos tenido que llorar en el fondo de nuestra alma cuando recorríamos los pueblos de esa España maravillosa, esos pueblos en donde todavía, bajo la capa más humilde, se descubren gentes dotadas de una elegancia rústica que no tienen un gesto excesivo ni una palabra ociosa, gentes que viven sobre una tierra seca en apariencia, con sequedad exterior, pero que nos asombra con la fecundidad que estalla en el triunfo de los pámpanos y los trigos. Cuando recorríamos esas tierras y veíamos esas gentes, y las sabíamos torturadas por pequeños caciques, olvidadas por todos los grupos, divididas, envenenadas por predicaciones tortuosas, teníamos que pensar de todo ese pueblo lo que él mismo cantaba del Cid al verle errar por campos de Castilla, desterrado de Burgos:

¡Dios, qué buen vasallo si oviera buen señor!

Eso vinimos a encontrar nosotros en el movimiento que empieza en ese día: ese legítimo soñar de España; pero un señor como el de San Francisco de Borja, un señor que no se nos muera. Y para que no se nos muera, ha de ser un señor que no sea, al propio tiempo, esclavo de un interés de grupo ni de un interés de clase.

El movimiento de hoy, que no es de partido, sino que es un movimiento, casi podríamos decir un antipartido, sépase desde ahora, no es de derechas ni de izquierdas. Porque en el fondo, la derecha es la aspiración a mantener una organización económica, aunque sea injusta, y la izquierda es, en el fondo, el deseo de subvertir una organización económica, aunque al subvertiría se arrastren muchas cosas buenas. Luego, esto se decora en unos y otros con una serie de consideraciones espirituales. Sepan todos los que nos escuchan de buena fe que estas consideraciones espirituales caben todas en nuestro movimiento; pero que nuestro movimiento por nada atará sus destinos al interés de grupo o al interés de clase que anida bajo la división superficial de derechas e izquierdas.

La Patria es una unidad total, en que se integran todos los individuos y todas las clases; la Patria no puede estar en manos de la clase más fuerte ni del partido mejor organizado. La Patria es una síntesis trascendente, una síntesis indivisible, con fines propios que cumplir; y nosotros lo que queremos es que el movimiento de este día, y el Estado que cree, sea el instrumento eficaz, autoritario, al servicio de una unidad indiscutible, de esa unidad permanente, de esa unidad irrevocable que se llama Patria.

Y con eso ya tenemos todo el motor de nuestros actos futuros y de nuestra conducta presente, porque nosotros seríamos un partido más si viniéramos a enunciar un programa de soluciones concretas. Tales programas tienen la ventaja de que nunca se cumplen. En cambio, cuando se tiene un sentido permanente ante la Historia y ante la vida, ese propio sentido nos da las soluciones ante lo concreto, como el amor nos dice en qué caso debemos reñir y en qué caso nos debemos abrazar, sin que un verdadero amor tenga hecho un mínimo programa de abrazos y de riñas.

He aquí lo que exige nuestro sentido total de la Patria y del Estado que ha de servirla.

Que todos los pueblos de España, por diversos que sean, se sientan armonizados en una irrevocable unidad de destino.

Que desaparezcan los partidos políticos. Nadie ha nacido nunca miembro de un partido político; en cambio, nacemos todos miembros de una familia; somos todos vecinos de un Municipio; nos afanamos todos en el ejercicio de un trabajo. Pues si ésas son nuestras unidades naturales, si la familia y el Municipio y la corporación es en lo que de veras vivimos, ¿para qué necesitamos el instrumento intermediario y pernicioso de los partidos políticos, que, para unimos en grupos artificiales, empiezan por desunimos en nuestras realidades auténticas?

Queremos menos palabrería liberal y más respeto a la libertad profunda del hombre. Porque sólo se respeta la libertad del hombre cuando se le estima, como nosotros le estimamos, portador de valores eternos; cuando se le estima envoltura corporal de un alma que es capaz de condenarse y de salvarse. Sólo cuando al hombre se le considera así, se puede decir que se respeta de veras su libertad, y más todavía si esa libertad se conjuga, como nosotros pretendemos, en un sistema de autoridad, de jerarquía y de orden.

Queremos que todos se sientan miembros de una comunidad seria y completa; es decir, que las funciones a realizar son muchas: unos, con el trabajo manual; otros, con el trabajo del espíritu; algunos, con un magisterio de costumbres y refinamientos. Pero que en una comunidad tal como la que nosotros apetecernos, sépase desde ahora, no debe haber convidados ni debe haber zánganos.

Queremos que no se canten derechos individuales de los que no pueden cumplirse nunca en casa de los famélicos, sino que se dé a todo hombre, a todo miembro de la comunidad política, por el hecho de serio, la manera de ganarse con su trabajo una vida humana, justa y digna.

Queremos que el espíritu religioso, clave de los mejores arcos de nuestra Historia, sea respetado y amparado como merece, sin que por eso el Estado se inmiscuya en funciones que no le son propias ni comparta –como lo hacía, tal vez por otros intereses que los de la verdadera Religión– funciones que sí le corresponde realizar por sí mismo.

Queremos que España recobre resueltamente el sentido universal de su cultura y de su Historia.

Y queremos, por último, que si esto ha de lograrse en algún caso por la violencia, no nos detengamos ante la violencia. Porque, ¿quién ha dicho –al hablar de “todo menos la violencia”– que la suprema jerarquía de los valores morales reside en la amabilidad? ¿Quién ha dicho que cuando insultan nuestros sentimientos, antes que reaccionar como hombres, estamos obligados a ser amables? Bien está, sí, la dialéctica como primer instrumento de comunicación. Pero no hay más dialéctica admisible que la dialéctica de los puños y de las pistolas cuando se ofende a la justicia o a la Patria.

Esto es lo que pensamos nosotros del Estado futuro que hemos de afanamos en edificar.

Pero nuestro movimiento no estaría del todo entendido si se creyera que es una manera de pensar tan sólo; no es una manera de pensar: es una manera de ser. No debemos proponemos sólo la construcción, la arquitectura política. Tenemos que adoptar, ante la vida entera, en cada uno de nuestros actos, una actitud humana, profunda y completa. Esta actitud es el espíritu de servicio y de sacrificio, el sentido ascético y militar de la vida. Así, pues, no imagine nadie que aquí se recluta para ofrecer prebendas; no imagine nadie que aquí nos reunimos para defender privilegios. Yo quisiera que este micrófono que tengo delante llevara mi voz hasta los últimos rincones de los hogares obreros, para decirles: sí, nosotros llevamos corbata; sí, de nosotros podéis decir que somos señoritos. Pero traemos el espíritu de lucha precisamente por aquello que no nos interesa como señoritos; venimos a luchar porque a muchos de nuestras clases se les impongan sacrificios duros y justos, y venimos a luchar por que un Estado totalitario alcance con sus bienes lo mismo a los poderosos que a los humildes. Y así somos, porque así lo fueron siempre en la Historia los señoritos de España. Así lograron alcanzar la jerarquía verdadera de señores, porque en tierras lejanas, y en nuestra Patria misma, supieron arrostrar la muerte y cargar con las misiones más duras, por aquello que precisamente, como a tales señoritos, no les importaba nada.

Yo creo que está alzada la bandera. Ahora vamos a defenderla alegremente, poéticamente. Porque hay algunos que frente a la marcha de la revolución creen que para aunar voluntades conviene ofrecer las soluciones más tibias; creen que se debe ocultar en la propaganda todo lo que pueda despertar una emoción o señalar una actitud enérgica y extrema. ¡Qué equivocación! A los pueblos no los han movido nunca más que los poetas, y ¡ay del que no sepa levantar, frente a la poesía que destruye, la poesía que promete!

En un movimiento poético, nosotros levantaremos este fervoroso afán de España; nosotros nos sacrificaremos; nosotros renunciaremos, y de nosotros será el triunfo, triunfo que –¿para qué os lo voy a decir?– no vamos a lograr en las elecciones próximas. En estas elecciones votad lo que os parezca menos malo. Pero no saldrá de ahí vuestra España, ni está ahí nuestro marco. Esa es una atmósfera turbia, ya cansada, como de taberna al final de una noche crapulosa. No está ahí nuestro sitio. Yo creo, sí, que soy candidato; pero lo soy sin fe y sin respeto. Y esto lo digo ahora, cuando ello puede hacer que se me retraigan todos los votos. No me importa nada. Nosotros no vamos a ir a disputar a los habituales los restos desabridos de un banquete sucio. Nuestro sitio está fuera, aunque tal vez transitemos, de paso, por el otro. Nuestro sitio está al aire libre, bajo la noche clara, arma al brazo, y en lo alto, las estrellas. Que sigan los demás con sus festines. Nosotros fuera, en vigilancia tensa, fervorosa y segura, ya presentimos el amanecer en la alegría de nuestras entrañas.


domingo, 22 de octubre de 2023

SOBRE MI CAMARADA LUIS.

Que es -como probablemente ya todos ustedes sepan- Luis Tapia Aguirrebengoa, mi Coronel, mi camarada y un maestro de señorío, de entereza y de hidalguía.

Quizá alguien piense que últimamente sólo escribo para recordar a quienes ya se fueron a los luceros, y es cierto. Pero es que -ya desde hace tiempo- pienso que los muertos son lo único serio en este país de vivos, vivillos y vivales.

Los vivos, vivillos y vivales hace tiempo que han ascendido en el escalafón de la canallería, y han llegado a cumplir sus objetivos personales: ya son presidentes de gobiernos -con minúscula, que no merecen otra cosa-; ministros, ministras y ministres; fiscales y fiscalas y fiscalos; jueces, juezas y juezos. Por no citar más grados de la hideputez.

En cambio, los muertos -los nuestros, al menos- cada día se demuestra que siempre estuvieron en lo cierto, que lo que dijeron iba a ir a Misa no tardando demasiado, y que lo que nos venía ya estaba a la vista para quien tuviese el valor de mirar de frente.

Como muestra, el artículo de mi camarada el Ilustrísimo Sr. D Luis Tapia Aguirrebengoa, Coronel legionario que desde Juntas Españolas intentó luchar por una España que ya desaparecía, y allí nos conocimos; y que desde las páginas de EJE lo dijo bien alto y claro.

Aquí pueden ver, pulsando sobre la imagen y ampliándola cuanto necesiten -porque la porquería de los sistemas operativos vigentes me impiden trasladarlo a texto con la facilidad de antaño-, lo que escribió mi camarada Luis acerca de los separatismos, los separatistas y los cómplices, hace la friolera de 33 años. Concretamente, en el número 10 de EJE, correspondiente a marzo de 1990.

Si cambian los nombres de entonces por los de ahora, ahí tienen la crónica de ayer o anteayer. Y -lo peor- la de mañana, cuando el separatismo triunfe gracias al traidor Sánchez, y ni uno solo de los patriotas oficiales de uniforme y pesebre recuerde el artículo 8º de la puñetera Constitución, y ni uno sólo de los ciudadanitos votantes del socialismo, el comunismo y el hideputismo se cuelgue bajo un puente como expiación.



jueves, 12 de octubre de 2023

SOBRE EL MAESTRO RAFAEL.


Que es, por supuesto, Rafael García Serrano, cosa que ya saben de sobra los pocos habituales que me puedan quedar, pero que acaso conviene explicar por si aparece algún amigo -o enemigo- nuevo.

Este año, Rafael -camarada, amigo, maestro- vuelvo a mis bases. A este Diario que durante años reunió cierta cantidad de camaradas, bastantes amigos y -también- algunos enemigos que me divirtieron mucho. 

Tu sabes, camarada, porque ya te lo he contado otros años desde que te fuiste a los luceros, los sitios por los que han pasado mis palabras. Si alguien tuviera interés, puede descargar las versiones digitalizadas de todos aquellos pasos en el apartado Ediciones anteriores.

Pero todo esto es dar vueltas a la noria para no reconocer lo que me cuesta escribir ahora. Recuerdo las palabras de José Luis Gómez Tello -otro de los grandes- en su colaboración para el libro en tu homenaje, Rafael. Ese libro que nunca se ha publicado, y que cuando yo me vaya se habrá perdido definitivamente. 


"Para entonces sus pausas de silencio eran frecuentes, cada vez mas prolongadas; el motivo no era ningún secreto para nosotros: Rafael atravesaba el túnel de una nueva depresión, tanto física como espiritual.

- Rafael -reclamaba el teléfono cuando la hora de cierre del periódico se aproximaba al límite- ¿contamos con tu Dietario? 

- Perdonad, no ha podido ser -se excusaba como pidiendo perdón."


También a mi -salvando las astronómicas distancias- me cuesta escribir cada vez más. No ya por una depresión, sino por el convencimiento de que ya a nadie le importa lo que pueda escribir, nadie lee mis palabras y, en consecuencia, es trabajo inútil. 

Y también porque tengo otro convencimiento, y es el de que España ya no existe, que esta marea de mierda, de miseria moral, de encanallamiento, no puede ser España; que el pueblo que vota a un sinvergüenza como Perico el de los palotes, a una imbécil -tercera acepción del diccionario de la RAE vigente a día de hoy, señor fiscal- como la rojiyoli; a unos hideputas como los separatistas y terroristas catalans y baskos, no puede ser España. Que el pueblo que vota a un pusilánime como Feijoo no puede ser España. Prefiero una España muerta a una España pútrida, y a ello me atengo.

Y, por último, porque sé que estoy derrotado. Y no lo acepto, porque el deber del derrotado es seguir la lucha mientras pueda y con lo que pueda, pero si lo admito, porque negarse a ver la realidad es la peor forma de derrota. 

Pero siento -allá donde la lógica no llega ni la razón ilumina- que seguir escribiendo como he hecho durante los últimos cuarenta y cinco años es darle alas al quiero y no puedo, vociferar sin la fuerza necesaria para mantener lo dicho y escrito por otros medios. Y no pienso ser nunca una lengua sin manos, aunque ello me condene al silencio.

No sé si a ti, Rafael -amigo, hermano, camarada- te rondaba alguna idea parecida. Quizá no, porque siempre hiciste frente a lo que te vino como lo hacen los españoles, navarros y falangistas, que vaya trío. 

Pero a mi si. Siento la derrota en los huesos, en la sangre y en el alma, y creo que ya no merece la pena la lucha con la palabra. Hemos pasado de ese punto, y lo único que queda es plantarse, y dar la cara. Aunque me la rompan. 

Dios quiera que, cuando llegue el momento, porque va a llegar algún día, y estamos repitiendo la Historia del 36, con dos bandos que cada día se odian más y unos rojoseparatistas empeñados en el suicidio colectivo, en aniquilar al enemigo -ya no adversario-, en negar el pan y la sal al que piensa distinto; y otros políticos empeñados en lo melifluo, en pasar por el aro, en dejarse pisotear, en proclamar tolerancias imposibles y en quejarse amargamente cuando les tocan la jeta.

Estamos repitiendo la Historia, y quiera Dios -decía- que cuando llegue el momento aún pueda usar las manos y ponerlas al servicio de lo dicho.

Y poder presentarme ante vosotros, Rafael, sin que se me caiga la cara de vergüenza.


viernes, 29 de septiembre de 2023

SOBRE MESAR LAS BARBAS.

Que es como, en las épocas clásicas, se llamaba a lo de que un señor le pusiera la mano en la cara a otro. Y que, evidentemente, viene a cuento de la tocadura de cara de un tal señor Viondi, del que la prensa dice que es -más bien era, porque su partido le ha obligado a largarse con viento fresco- concejal socialista en el Ayuntamiento de Madrid, al Alcalde Martínez-Almeida.

El caso es que el socialista Viondi le dio al alcalde tres toquecitos en la mismísima jeta, a lo cual el señor Martínez-Almeida respondió enfadadísimo que «no me vuelva a tocar jamás la cara». Más concretamente, según la prensa, y recurriendo a la memoria -no sé si histórica-: «Ya sabemos el perfil. El señor Viondi ya amenazó a un diputado con que le iba a arrancar la cabeza. Es usted un violento en los plenos y no se lo voy a permitir. No me vuelva a tocar jamás la cara»

El amenazado con la decapitación, por cierto, era un diputado podemita, lo cual demuestra que no hay nada como hablar en confianza con los amiguetes, y que la ultraizquierda sigue con sus buenas costumbres.

Y -ya lo he oído en la radio- habrá quien elogie al señor Martínez-Almeida por su reacción valerosa, como si le hubieran visto encabezar una carga de caballería. Porque eso, el «no me vuelva a tocar jamás la cara», es lo máximo que cabe esperar de la derecha acojonada, que suplica que no le mesen las barbas y que se queja -"seño, mire lo que me ha hecho"- si le tocan la carita de niño bueno.

José Antonio, en cierta sesión parlamentaria donde la discusión subió de tono, dijo algo como -cito de memoria- "lo que tiene que hacer Su Señoría es dejar que nos peguemos de vez en cuando". Un fascista, por supuesto. Un "violento", en definición del señor Martínez-Almeida, lo cual parece ser el colmo de lo intolerable.

Pero mire, señor Martínez-Almeida: si le toca a usted la cara alguien que usted no quiera que se la toque, lo normal entre gente de bien sin castrar, es que -como mínimo- se levante usted de su poltrona, le coja de las solapas y le diga que como se le vuelva a acercar le va a dar tal mano de leches, que cuando termine no va a saber ni cómo se llama. Todo ello con voz suave, calmada, sin alterarse, sin aspavientos.

Y si se altera usted, señor Martínez-Almeida -porque casi todos somos humanos- tampoco podría considerarse impropio que le soltara un puñetazo en mitad de los morros que le hiciera tragarse, como poco, un par de dientes.

Pero eso, claro, es cosa de fascistas. 


sábado, 15 de julio de 2023

SOBRE OTRO ANIVERSARIO.

Uno más desde que mi camarada Arturo Robsy se nos fue a los luceros. 
Este año casi no llego a publicar mi recuerdo, porque como ya algunos de ustedes saben, he estado fuera de juego unos meses, y aún sigo en ello.
Pero no podía faltar, aunque sea un remedo de artículo deslavazado y pobre, el ¡Presente! a mi camarada.
Si gustan, pueden verlo en ÑTV España siguiendo el enlace.



viernes, 3 de marzo de 2023

SOBRE LA PREVARICACIÓN Y FERROVIAL.

A los cuates de Perico el de los palotes le ha sentado mal que una empresa puntera española haya decidido largarse con viento fresco -o mejor dicho, mandar a Sánchez a tomar viento, que es otra cosa- y mudarse a lo que siempre ha sido Holanda, y ahora llaman Países Bajos, ellos sabrán por qué.

Les ha sentado tan mal, que echan en cara de Ferrovial que se ha beneficiado de las obras públicas. Y como quiera que los contratos públicos están perfectamente definidos en la legislación vigente, uno no tiene más remedio que preguntarse si es que los sucesivos Gobiernos han concedido esas obras públicas a que aluden sin respetar la Ley, lo cual sería un caso evidente de prevaricación.

Si quieren leer mi razonamiento más por extenso, lo pueden hacer en ÑTV España.



jueves, 2 de febrero de 2023

SOBRE LA LECCIÓN DE MOHAMED VI.

La que le ha propinado al engreído Sánchez, haciéndole ver que -pese a su egolatría- no es mas que un segundón, y que no tiene categoría para codearse con un Jefe de Estado, dicho así, en breve. Si desean leer más por extenso, tienen mi opinión en ÑTV España.



domingo, 22 de enero de 2023

SOBRE LA "SOCIEDAD CIVIL"

Que es como ahora han dado en denominarse los grupos, asociaciones, políticos retirados o mandados al destierro por sus anteriores amos y, en fin, todos cuantos quieren arrogarse una representación que nadie sabe si tienen o no, porque lo que les gusta es presumir de independientes, de que están por encima de los demás, de los que sólo son ciudadanos que votan y callan, o votan y se cabrean. No digamos ya cuanto por encima de los que -casi siempre- ni siquiera votamos porque, lisa y llanamente, no queremos ser cómplices del sistema salvo que haya algo suficientemente menos malo que el resto.

En fin: sobre la manifestación de ayer en Madrid y la "sociedad civil" que la convocaba tienen un comentario, si gustan, en ÑTV España.




viernes, 20 de enero de 2023

SOBRE NEGAR INFORMACIÓN A LAS EMBARAZADAS.

Ahora lo democrático, progresista, liberal y moderno es negar información. O por lo menos, eso se deduce del furibundo ataque a un proyecto de protocolo sanitario que permitiera a las embarazadas en trámite de aborto saber, por ejemplo, cómo late el corazón del hijo que quieren asesinar.
A mi no me extraña. Ni la tozuda negación de la realidad por parte de la ultraizquierda -es decir, del PSOE y compañía-, ni que este régimen podrido ataque a la vida en cualquier lugar y forma en que se encuentre.
Si gustan, pueden leer mi opinión en ÑTV España siguiendo el enlace.



lunes, 2 de enero de 2023

SOBRE LA MUERTE DE BENEDICTO XVI.

Fallecido el pasado día 31 de diciembre, como es sabido.

No es que tenga nada que decir al respecto, sino que deseo comunicarles la publicación de un artículo mío en ÑTV España, que ha tomado el relevo de El Correo de España.

También quiero precisar que se trata de la repetición de cosas que escribí en su día en mi blog, pero que demuestran -al cabo de casi 12 años- que entonces acerté un pleno en los vaticinios. Ahí tenemos el aborto a caño libre que entonces se vislumbraba, la eutanasia más o menos voluntaria que se proponía como medida humanitaria, la profanación del Valle de los Caídos y el abandono eclesial de la comunidad benedictina que lo atiende. No se ven -al menos, todavía no, pero todo se andará- la persecución religiosa, acaso porque la Jerarquía anda ofreciendo la cerviz y no levanta la voz más allá de condenar a "los católicos integristas".

No es que el vaticinio tuviera especial mérito, porque en aquél tiempo todos sabíamos lo que se nos venía encima. Al menos, todos los que tenemos cierto uso de razón y las agallas de ver las cosas como son, y esto lleva casi medio siglo demostrándose.




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