Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 10 de diciembre de 2010

SOBRE DONDE LAS DAN Y DONDE NO LAS QUIEREN TOMAR.

Porque hay que ver lo mal que le sentó a El Plural -ya saben, ese panfletillo rojo tan gracioso- que Mariano Rajoy llamara inutil al señor Blanco, y tras soliviantarse las mesnadas sociatas, aclarar que sólo repetía lo que había dicho RuGALcaba en 1996 contra el entonces ministro Rafael Arias Salgado.
"Vea cómo Rajoy parafrasea a Rubalcaba para insultar a Blanco", gime El Plural, y ofrece el video que pueden ustedes ver pulsando sobre la foto del pasmo de don José Blanco, o descargarse -caso de que lo quieran conservar de recuerdo- en este enlace.
A mi, lo confieso, aunque ya es conocida mi poca afinidad con el señor Rajoy, me ha alegrado las pajarillas. Y para una vez que don Mariano tiene un rasgo de humor, una asomo de ironía, una intervención de las que hacen abandonar la modorra habitual de escucharle, van los de El Plural y se moelstan.
Ya lo venimos diciendo hace tiempo: los rojos no tienen sentido del humor. Son tristes, aburridos, plúmbeos, engreídos, fátuos, cortados por un mismo patrón de resentido cabreado y ombligomundista. ¡Con lo divertido que es reírse, para empezar de uno mismo, y para seguir, de ellos, tan tontines!

Lea usted un poquito (por Eloy R. Mirayo).

“El hombre ha recibido de Dios un alma espiritual, dotada de la facultad de sentir, pensar y querer, y el poder admirable de expresar por medio de signos sus sentimientos, pensamientos y voliciones”. Así comienza el libro, Preceptiva Literaria o Retórica y Poética, por el Dr. D. Francisco Jarrín, editado en Plasencia (Cáceres) en mil novecientos siete.
Está claro que la señora ministra multiusos, señora Pajín, no ha tenido la oportunidad de leer este libro, y por cómo se expresa, me hace pensar que posiblemente no haya leído ni este ni ningún otro libro que merezca la pena. Quizás, el libro rojo del cole.
No tengo fijación por este espécimen humano. Lo único que me llama la atención del personaje es, comprobar en su persona, la degeneración de la especie. Hemos escuchado a científicos muy reputados decir que los cambios en biología, aunque lentos, nunca se detienen. La evolución es la teoría que admite que los seres vivos se han ido transformando a lo largo del tiempo. En la especie humana, que es a la que aparentemente pertenece la señora ministra, la evolución desde andar a cuatro patas (perdonen la forma de señalar), hasta la imagen que da al día de hoy, hay que reconocer que el cambio en términos casi generales, ha sido positivo.
Que la señora antes mencionada, aparentemente ha llegado a tener el físico (poco agraciado), que muestra gracias a la evolución, es indiscutible; lo que pasa es que es, eso, solo en el físico porque, después de la respuesta dada a una senadora del PP en una comida informal (que les pagamos entre todos nosotros) ante la pregunta de por qué eligió a su amiga Nuria Espí para dirigir el Plan Nacional Sobre Drogas, al menos yo creo, que en lo intelectual, aunque se desplace bípeda, sigue anclada a cuatro millones de años atrás, como sus ancestros los Australopitecos.
Y además, eso yo no lo sabía, según se desprende de su contestación a la senadora pepenina: “solo faltaría que la ministra no nombrara a quien le salga de los cojones”, la señora Pajín, debe ser hermafrodita o muy mal educada. Quizá las dos cosas. Le dije a un camarada, comentando el asunto. Claro, me respondió, para ser ministra/o en este gobierno, hasta un chimpancé, macho o hembra, debidamente afeitado podría desempeñar el cargo de ministro, y hasta de presidente, sin ningún desdoro.
Consejo para la ministra multiusos: ¿Sabe que hubo en España una generación que se denominó “El Siglo de Oro” de la Literatura? Lea usted un poquito. Culturícese. Aprenda a convivir con los seres humanos. Es muy divertido.

Eloy R. Mirayo

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