Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

domingo, 19 de septiembre de 2010

SOBRE EL FIN DE LAS TORTURAS.

Loable deseo formulado por -dice El Mundo- un grupo de antitaurinos, semidesnudos y pintados de rojo y negro. La mañana madrileña se prestaba a ello, y ante la plaza monumental de Las Ventas hay una amplia explanada que puede albergar a cientos de aficionados, a cientos de turistas o a cientos de payasos.
Y aunque estos payasos no sean los del circo que en época navideña se suele instalar ahí, quiero colaborar a su petición y sumarme a la exigencia de que en Madrid -en toda España- se dejen de cometer las torturas que muestran las siguientes fotos:




















SOBRE EL "ATENTADO ESPAÑOLISTA".

Vaya por delante que jamás utilizo dos varas de medir, y que -como persona razonable y católico del montón- a nadie deseo lo que no quiero para mí. Kant lo dijo con más prosopopeya, pero no estamos ahora para liarnos con el imperativo categórico.
En consecuencia, no puedo aplaudir la quema de banderas; ni siquiera de las que -como la bandera separatista catalana- no tienen más representatividad que la de un grupo de energúmenos aldeanos sin justificación histórica alguna.
Dicho esto, lo que sí puedo hacer es tomar nota de la consideración que el hecho ha merecido al señor Laporta -antiguo presidente del FC Barcelona- y a su partido Solidaritat Catalana per la Independència. Y su opinión al respecto es que se trata de una "muestra de intolerancia antidemocrática", y un atentado españolista, según recoge 20 Minutos.

Todo lo cual, obviamente, me justifica para decir que cuando los paletos separatistas queman Banderas de España, son unos antidemócratas y cometen atentados antiespañoles, cosa en la que tal vez algún fiscal podría interesarse, habida cuenta de que esto no lo dice un fascista, sino un demócrata con pedigrí como el señor Laporta.

SOBRE LAS VANIDADES DE ARTUR MAS.

Vanidades, porque es en Vanity Fair donde don Arturo confiesa -dice Público- que "en sus años de estudiante universitario, llegó a emborracharse varias veces y fumó algún porro."
Evidente, don Arturo. Se nota.
Lo que no se aprecia, es que lo haya dejado.

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