Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 8 de noviembre de 2012

SOBRE EL RECHAZO DEL SEÑOR MINISTRO.

En este caso, el del Interior, don Jorge Fernández Díaz, que -lo contaba ayer La Gaceta- sigue creyendo que el matrimonio es entre hombre y mujer, por mucho que diga la reciente sentencia del Tribunal Constitucional.

En lo cual, obviamente, el señor ministro anda acertado, no sólo por la tradición de siglos, sino por la definición de la Real Academia de la Lengua (la actual, porque para la edición futura los señores académicos ya se han unido a la farsa); por la más abrumadora mayoría democrática -sólo once países tergiversan la naturaleza legalizando como matrimonio el arrejunte homosexual- y, lo que es más importante con arreglo al derecho, por la literalidad del artículo 32 de la Constitución. Ese mismo artículo que el Tribunal Constitucional retuerce para adaptarse a la modernidad pijoprogre.

Pero lo más importante de las declaraciones del señor ministro del Interior es lo que no dijo: la fecha en que presentará su dimisión, si es cierto que no está conforme con la aberración que su colega Ruiz Gallardón se propone perpetuar, y su Presidente del Gobierno tolerar.
 

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