Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 25 de mayo de 2015

SOBRE LA SUERTE DE MARIANO.


Mariano Rajoy y el PP han tenido suerte; mucha suerte. 

Me explico. El PP ha tenido la suerte de que hayan coincidido en este mismo año, con unos seis meses de diferencia, las elecciones de ayer y las generales.

En las municipales y autonómicas de ayer, las huestes de don Mariano han perdido casi todos sus feudos, como no podía ser menos. Pero han tenido la suerte de que buena parte de ellos no han ido a parar a un partido contrario con mayoría suficiente, de forma que el PSOE -que se sigue hundiendo en general- tendrá que coaligarse con sus amigos naturales, los comunistas de pelaje variado -Podemos y sus sucursales, IU, cada vez más hundida, ultraizquierdistas de barrio o pueblo-, en cumplimiento de las reverdecidas consignas de la III Internacional.

Traer a colación la III Internacional y la Komintern, me dirán, está fuera de lugar, no viene a cuento, ya hace años que desaparecieron. Y así es, en efecto, y al menos en lo que nos es dado conocer. Pero sus consignas, su lavado de cerebro, sus maniobras ante los pasmados liberal-burgueses, siguen siendo válidas. Y ya verán ustedes como, en todos los sitios donde se presente la oportunidad, van de la manita PSOE, Podemos, IU y sucedáneos de unos y otros.

Todos contra el PP -como ya hiciera Zapatero- y como ya hicieron en la II República contra la CEDA. Eso -me dirán los ciudadanitos bienpensantes y moderados- no es posible, ya pasaron esos tiempos y los comunistas son demócratas. 

¿Ya pasaron esos tiempos? No han pasado en Cuba, ni en Venezuela, ni en Bolivia, ni en media Hispanoamérica, llena de regímenes que no cumplen ni por asomo los niveles exigidos por los países que se tienen por ejemplo de democracia. Y nadie hace nada al respecto, salvo alguna declaración puntual y comedida, no se nos vayan a molestar los rojos y nos tilden de fascistas. Es decir: las directrices de la Komintern (III Internacional) perduran en la actitud de las llamadas democracias, prestas a bajarse los pantalones ante el miedo a parecer fascistas ante un enemigo para el que todo el que no sea comunista es fascista.

Veremos, pues, una reedición del Frente Popular -invento de la Komintern- que pretenderá reducir al mínimo a los fascistas -o sea, a los que no formen parte de ese Frente Popular- y que se entregará a la orgía de despropósitos que suele acompañar a los que -Longanessi dixit- no tienen ideas, sino antipatías

Y como no son listos -listillos si, pero no es lo mismo-, lo harán ya, desde el primer momento, echando gestos a las masas -los comunistas son muy dados a la consideración del ser humano como masa- para satisfacer a la fiera. 

Esta es la suerte de Rajoy que da título a mi comentario. Hay seis meses de plazo para que el ciudadanito votante escarmiente y vuelva a su redil, y si el frentepopulismo rampante no se anda con cien ojos, la situación puede dar un vuelco considerable en medio año por la única Ley que se cumple a rajatabla en nuestro sistema político: la del péndulo.


viernes, 22 de mayo de 2015

SOBRE LA "CAZA DE BRUJAS" DE UN OBISPO.


Lo dice La Gaceta: El obispo Franco participa en la caza de brujas de la Memoria Histórica. Pide la colaboración del abogado ultraizquierdista Eduardo Ranz, que ha denunciado ya a 23 prelados, para elaborar un mapa de 'vestigios franquistas'.

El caso es que el tocapelotas rojo se ha dedicado en los últimos años a denunciar a cualquiera que tenga respeto por la Historia, por la verdad y por la simple y llana realidad, basándose en la Ley de Memez Histérica de aquél señor rojo Rodríguez -se lo decía él-, que llegó a Presidente del Gobierno en tren de cercanías. Y don César Augusto Franco, obispo de Segovia, le ha pedido ayuda al rojo para identificar qué cosas de las que hay en su Diócesis pueden molestar a los segundorepublicanos con el fin, evidentemente, de quitarlas. 

El señor Obispo, por lo tanto, toma parte en la guerra a favor de los, al cabo, vencedores, con manifiesto olvido y condena de los que -quiéralo o no el valiente y recto cura y el rojo asaltatumbas- cayeron por Dios y por España. Del otro lado solía caerse más por la madrecita Rusia de los cojones, aunque no niego que en ocasiones quienes cayeron tuvieran la esperanza de hacerlo por una España mejor que aquella mierda de república segunda.

Pero a lo que voy, que es a loar la fidelidad del señor Obispo, su valentía, su espíritu de sacrificio y, si me apuran, su predisposición al martirio por la causa de la fe, y a ayudarle en su cometido. Por ello, debo indicarle al señor Obispo de Segovia, don César Augusto Franco, que ya puede ir dimitiendo y abandonando no sólo su provincia, sino España. 

Porque lo que está claro es que el vestigio más evidente de la dictadura de Franco -no el cura, sino el otro, el bueno- es la Iglesia Católica en España. 

(Luego -dicho sea entre paréntesis- se extrañarán de que los católicos mandemos a la jerarquía a deglutir excrementos o, directamente, a tomar por el mismísimo camino recto, y la próxima vez que vengan mal dadas miremos a otro lado.)


jueves, 21 de mayo de 2015

SOBRE ERRORES INFORMÁTICOS.

Error cometido por -dice El País- el Gobierno vasco, al incluir entre grupos terroristas a la Guardia Civil, así como a  "Galindo, Dorado, Bayo", y "Saenz de Ynestrillas, Duce".

El error -denuncia Covite- se encuentra en una base de datos de la Secretaría de Paz y Convivencia a la que se accede a través de la web de la Lehendakaritza. O sea -digo yo- que no es que esté en la página de un aficionado o de un hideputa sin graduación.

Sin embargo, esto de los errores informáticos lo comprendo perfectamente. Los ordenadores son máquinas tontas, y para su correcto funcionamiento necesitan personas razonablemente listas. Cuando el ordenador lo maneja un tonto, ocurren errores informáticos como el acontecido en la web del gobiernillo autónomo de Vascongadas.

Digo que lo comprendo, y aún lo sufro con frecuencia, porque también hay ordenadores que parecen tener ideas propias, y a veces hasta los periféricos -entiéndase que los periféricos informáticos (ratón, teclado), y no periféricos regionales- tienen sus propias voluntades.

Así, entiendo que a los periféricos baskos el ordenador les haya jugado la mala pasada de poner Guardia Civil donde ellos querían, sin duda, poner Gran Cabrón, evidente indicativo de Sabino Arana, padre de la plena gilipollez separatista, aldeana, cazurra, racista y criminal.

Lo entiendo, porque a mí me pasa igual, y mi teclado -en realidad, cualquiera de los tres que uso habitualmente, pero vaya en singular por facilitar la lectura- tiene su propia manera de entender las cosas, resumirlas, definirlas y clarificarlas.

Así, cada vez que escribo una "b", me ofrece entre las opciones las de basko (que no, evidentemente, vasco, porque mi teclado sabe ortografía y sabe distinguir entre las personas), basto, bestia, bergante, birria, borrico, bruto, burro... en fin, cosas que pueden comprenderse, porque a fin de cuentas es un listado alfabético de términos políticamente equivalentes.

Lo curioso llega cuando escribo una "h". Porque entonces mi teclado manda una extraña señal a la CPU, por la que esta interpreta que pretendo decir hideputa -nada descabellado, dada mi afición por el cervantino apócope-; pero a continuación ofrece otros términos -etarra, peneuvero, separatista, asesino- que ortográficamente no presentan coincidencia.

Igual trasvase de lo ortográfico a lo conceptual ocurre si, por ejemplo, intento escribir Iñigo Urkullu; que el jodío ordenador me pone Imbécil Capullo. ¿Y qué me dicen cuando me cambia Arzallus por Canalla, que ni siquiera hay coincidencia de iniciales? Pues, ¿y de la habitual sustitución de PNV por ETA?
En fin: lo dicho, señor fiscal: que los errores informáticos tienen estas cosas, y que cuando guste puede llevarse mi teclado a la cárcel, para que le haga compañía a los ordenadores del gobiernito autónomo de las provincias Vascongadas. Por mi parte, soy tan inocente como el señor -capullo (no, no es eso...), cabrón (tampoco...), canalla (que no...) asesino (no, no, no...)- Urkullu (ahora si), en estos errores informáticos.

lunes, 18 de mayo de 2015

SOBRE LA CAMPAÑA ELECTORAL.

Como se pueden imaginar los presuntos lectores que aún me queden, si es que queda alguno, ando más bien abúlico para el comentario político, y no digamos el religioso, que tan buen juego daría de querer entrar en él.

Abúlico, no por dejadez, sino por aburrimiento; porque cada día es como el anterior y vaticina el siguiente; porque cada día se repite, pleno de estupideces que se plagian unos a otros sin moderación; porque cada día, al ver la prensa, me parece que el periódico es el de la jornada previa, y a veces incluso es así.

En cuanto a lo religioso, díganme si no es para tronar la alarmante sucesión de gilipolleces que estamos leyendo, oyendo y viendo, sobre los supuestos pastores. Pastores que -como en caso reciente Mons. Juan Vicente Córdoba, sj, obispo de Fontibón- afirman no saber si algún apóstol era mariconcito, ni si María Magdalena era lesbiana, pero parece que no porque bastantes pasaron por sus piernas. Acaso -permítanme suponer- como algún familiar próximo del dicente, porque el interfecto es un auténtico hijo de... y ya me entienden. 

Nada extraño, si tenemos en cuenta que el cura Paco -por otro nombre Cardenal Bergoglio, o sea, el Obispo de Roma, que es como se considera el interfecto, con desprecio patente al resto del Orbe- dirige la Iglesia como si fuera una multinacional que debe establecer alianzas comerciales con la competencia, a base de transigir con lo que sea para lograr el negocio.

Se pregunta uno si estos pastores -lo mismo el obispo de los mariconcitos que el presidente del consejo de administración de Iglesia S.A.- creen de verdad en lo que dicen representar. Porque cada vez me parecen más unos simples charlatanes, que a todo se amoldan con tal de vender su burra, y no tienen reparo en actualizarse con las modas de la sociedad para no perder clientela. También se pregunta uno si a la Iglesia Católica le vale de algo tener tantos o cuantos millones de fieles nominales, si los dichos fieles se pasan por allí mismo lo que la Iglesia Católica enseña. 

¿O de lo que se trata -de lo que trata el señor Bergoglio- es de amoldar las enseñanzas de la religión a los gustos de sus bases? ¿Se trata de adoptar las ideas acomodaticias de los que van a las reuniones semanales -no tengo valor para llamar a eso Misa, porque dudo mucho que ellos mismos tengan fe en que allí está presente Nuestro Señor; que Dios se hace Carne y Sangre en las manos del descreído del púlpito- para que no se vayan a otra religión menos exigente? 

De verdad: ¿de qué coño vale tener los locales parroquiales más o menos llenos, si el cincuenta, setenta o noventa por ciento no cree; si opina -en encuestas patrocinadas por el Vaticano- que hay que admitir a los divorciados, a los -dicho sea, señor fiscal, con las palabras del precitado obispo- mariconcitos en sus emparejamientos, que hay que admitir -lo dice don Rubén Salazar, arzobispo de Bogotá- que los homosexuales adopten, que los arrejuntes prematrimoniales -o sea, como cuando España era una nación civilizada y los melones se vendían a cala- están bien, y que hay que abrirse a las herejías diversas y religiones enemigas. Enemigas, por cuanto asesinan a los católicos y por dogma tienen despenar perros cristianos.

En fin, que iba a hablar de la campaña electoral, pero ya ven que me ha salido el tiro por otro sitio. No quería entrar en estos temas de la jerarquía eclesiástica porque les tengo cierta aprensión desde que me vi envuelto en una polémica durante mi época de director de EJE. Polémica que me supuso autocondenarme a publicar dos réplicas en el espacio normalmente dedicado a mi sección y, lo que fue más penoso, la pérdida de un suscriptor.

No quería entrar al tema porque ni soy teólogo, ni soy periodista informado, ni soy, siquiera, católico medianamente practicante. No lo soy -lo de católico practicante, digo- precisamente porque estas aperturas eclesiales me hacen carecer de fe en la jerarquía, y porque pienso que, al final, la única manera de tener posibilidades de salvar el alma va a ser abandonar esta Iglesia. Y, si acaso -como aquellos requetés de no hace mucho más de un siglo-, rezar por la conversión del Papa. Nada nuevo bajo el Sol.

Tampoco es que haya mucho nuevo en la cuestión de las elecciones. ¿Es nueva la corrupción a izquierda y derecha? ¿Es nuevo el incumplimiento de los programas electorales, esos que según el difunto profesor Tierno no había que cumplir? ¿Es nueva la concatenación de estupideces de los de acá, los de allá y los de acullá? 

Evidentemente, para adueñarse de la voluntad de las masas hay que poner en circulación ideas muy toscas y asequibles; porque las ideas difíciles no llegan a una muchedumbre; y como entonces va a ocurrir que los hombres mejor dotados no van a tener ganas de irse por esas calles estrechando la mano al honrado elector y diciéndole majaderías, acabarán por triunfar aquellos a quienes las majaderías les salen como cosa natural y peculiar.

¿Hay mejor definición del sistema liberal, mejor bosquejo de lo que se presenta a las elecciones?

Las reclamaciones, señor fiscal, a don Ángel Ganivet.

miércoles, 13 de mayo de 2015

SOBRE LAS DECISIONES DE RAJOY.


«Gobernar es tomar decisiones», afirmó -según El Mundo de hoy, página 5- don Mariano Rajoy en un mitin electoral.

Interesante afirmación, que acaso propondrá como norma para una hipotética próxima legislatura de gobierno, habida cuenta de que en la que acaba no lo ha hecho. A lo más que ha llegado don Mariano, es a permitir que los problemas se enquisten, se solapen, se pudran y desaparezcan del primer plano por la urgencia de otros nuevos con los que ha seguido el mismo sistema.

«El PP tiene ideas profundas, convicciones firmes, y las va a defender, sobre todo en los momentos difíciles, como se ha demostrado a lo largo de los últimos años», aseguró Rajoy.

Perfecto: lo demostrado en los últimos años es lo que tiene que ofrecer el PP; sus ideas profundas, sus convicciones firmes. 

Es decir: las ideas y las convicciones del PP son dejar el aborto prácticamente como lo puso Rodríguez; volver la vista a otro lado con el separatismo catalán; soltar etarras a mansalva; permitir que algunas autonomías nos chuleen a todos los que habitamos en las que cumplen; esconder la jeta ante su propia corrupción y no incidir demasiado en las ajenas; privatizar la administración pública tras demonizar a los funcionarios y ampliar las designaciones a dedo... En fin, sumen ustedes lo que gusten.

Esas son las convicciones del PP, y su idea -según muestra cualquier hemeroteca- es mentir en su programa electoral y engañar a los ciudadanos. 

Ahora, vuelvan a votarles. Y vuelvan a quejarse mañana.

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