Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 17 de julio de 2015

SOBRE EL DÍA DE LA CONDENA AL FRANQUISMO.

Que es como una llamada Federación Estatal de Foros por la Memoria quiere declarar el 18 de julio.

El 18 de julio de 1936 -como sabe todo el mundo que sabe algo; esto es, que no es un cenutrio como los forros esos de la injuria histórica-, España se levantó contra los hijos de Stalin. A los hijos de Stalin -como es bien sabido- se les llamaba también hijos de otras muchas cosas, que me harán la merced de permitirme que omita, en aras a la parcialidad política de los fiscales, jueces y otras gentes de buen vivir. De buen vivir a nuestra costa, quiero decir.

Como todo el mundo sabe, el 18 de julio se levantó una pequeña parte del Ejército, si; pero se levantó una gran parte de la población civil, harta de ser asesinada, robada, vejada, injuriada, perseguida y amenazada. Don José Calvo Sotelo no podrá dar fe de ello, porque fue asesinado por los sociatas de mierda enchufados en las que hoy llamarían Fuerzas de Seguridad del Estado.

Como todo el mundo sabe -incluidos los de los forros histéricos- el 18 de julio España mandó a tomar... el camino recto a los sicarios del comunismo internacional -léase a los comunistas y socialistas de la época- que es lo que les duele a los nuevos sicarios, cuyo esfínter aún sufre. O goza, que de todo hay.

Y como todo el mundo sabe -o sea, el mundo que piensa, que conoce y que razona; los giliflautas, las concubinas enchufamaromos y las viejecitas nepóticas no, porque no viven en el mundo, sino entre el complejo, el estereotipo y la necedad- el 18 de Julio significa que no puede esclavo ser, pueblo que sabe morir. Palabras -dicho sea para necios, concubinas y vejestorios- escritas por don Bernardo López y García, republicano y revolucionario que fue allá por los finales del XIX, en su Oda al Dos de Mayo.

Y ahora, para todo el mundo que no sabe nada, la invitación a que sigan con la juerga, con el cachondeíto; que sigan pensando que dominan los hilos de España desde esos parlamentos, asambleas, foros, forros y otras mamandurrias. Que sigan empeñados en repetir lo mismo, y que nos den la ocasión de vernos de nuevo en la necesidad de repetirlo también.

Y que Dios me de fuerzas para tomar parte. Amén.


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