Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 18 de noviembre de 2019

SOBRE EL CONSTITUCIONALISTA BLÁZQUEZ.

Copio un párrafo de ABC, y después -si ustedes gustan- lo comento: "El presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Ricardo Blázquez (...) aprovechó su mensaje de bienvenida a los obispos que participarán esta semana en la Asamblea Plenaria para defender sin fisuras el marco constitucional."

Por lo que parece, el señor Blázquez se dispone a hacer el papel del general Rafael del Riego, aquél eminente liberal que causó la pérdida de los Virreinatos de la América hispana cuando prefirió dar un golpe de Estado, o asonada progresista, en vez de irse a combatir a los señoritos criollos que, contra la voluntad -mas de una vez exhibida con las armas en la mano- de los más directos descendientes de los pobladores originales, sojuzgaban las provincias de allende el océano. 

Sin embargo, debo confesar que me parece extraño ver que un Cardenal defiende a capa y espada esta Constitución; la misma Constitución que ha permitido la introducción del divorcio, que ha convertido el matrimonio en -por decirlo con bien altas y nobles palabras- "la más provisional de las aventuras"; que ha permitido la introducción del aborto, el mayor genocidio jamás conocido en la Historia; la que va a permitir, en cuanto los progresistas rojos tengan un rato libre, el asesinato de enfermos y ancianos que molesten.

Volviendo al militar progresista, golpista, cobarde ante el enemigo, espero que el señor Blázquez no tenga el mismo merecido final.

Aunque, para ser sincero, tampoco me importaría mucho.



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