Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 2 de noviembre de 2012

SOBRE LA MORTALIDAD ABORTISTA.

Mortalidad materna por abortar de forma clandestina e insegura, de la que la OMS ha advertido al ministro Ruiz Gallardón, según cuenta Público.

Según parece, la OMS -que en sus siglas equivale a Organización Mundial de la Salud- se teme que lo que considera restricciones al aborto en la nueva Ley que prepara el ministro de Justicia español se traduzca en abortos clandestinos o inseguros para -según las feministas- las mujeres que no puedan viajar. Cosa que -si no tratáramos de asesinatos- sería para jartarse de reír, cuando hoy en día no hay mujer, jovencita o niñata, que no esté harta de pasar por los vuelos de bajo coste. Amén de por otros muchos sitios, ya ustedes me entienden.

También sería para echarse a reír lo de que una organización dedicada a la Salud se preocupe porque se pueda asesinar con seguridad. Y no menos risible es que hable de mortalidad materna, cuando de lo que se trata es de que la hembra en cuestión no quiere, precisamente, ser madre.

Pero el tema de la seguridad da para mucho. Porque, si hacemos una traslación sencilla, yo quiero que la ley me garantice también seguridad. Y como por razones evidentes no puedo ser madre, quiero que mi derecho a decidir se aplique a lo que sí me resulta posible.

Por lo tanto, exijo que la Ley me de seguridad a la hora de disparar, sin restricciones, a cualquier bicho -o bicha- que haya cometido un asesinato.

Las abortistas, por ejemplo.
 
 

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