Porque memoria -según verá quien lea- no puede ser, e histórica aún menos.
Dice 20 Minutos -y tambien Público, entre otros panfletos- que el alcalde de Barcelona, un tal señor Hereu al que es de esperar que conozca su virtuosa madre y su no menos santa esposa, afirma que la demolición del monumento dedicado a José Antonio Primo de Rivera en la dicha ciudad, es aplicación de la ley zapatera, la cual establece la retirada de escudos, insignias, placas y otros elementos conmemoativos de la sublevación militar franquista y de la posterior represión.
Evidentemente, ni a los del cuartillo de hora ni a los del peripatético les llama la atención ninguno de los siguientes hechos:
Primero: que José Antonio no se sublevó, ni se unió al Alzamiento, ni tomó parte alguna en él. Por una razón sencilla y comprobable: ustedes, los rojos -Bermejo y Zapatero dixit- lo tenían encarcelado desde unos meses antes.
Segundo: aunque hubiera existido la represión que ustedes dicen, José Antonio no pudo tener parte en ella por una obvia razón: que ustedes, los rojos, le habían asesinado unos años antes.
Dicho esto, y a riesgo de desorientar a los posibles lectores, debo declarar que me alegro de la desaparición de ese monumento.
Porque esta Barcelona separatista y cateta, hortera y snob de hoy, no merece tener en sus calles el nombre de José Antonio.
Dice 20 Minutos -y tambien Público, entre otros panfletos- que el alcalde de Barcelona, un tal señor Hereu al que es de esperar que conozca su virtuosa madre y su no menos santa esposa, afirma que la demolición del monumento dedicado a José Antonio Primo de Rivera en la dicha ciudad, es aplicación de la ley zapatera, la cual establece la retirada de escudos, insignias, placas y otros elementos conmemoativos de la sublevación militar franquista y de la posterior represión.
Evidentemente, ni a los del cuartillo de hora ni a los del peripatético les llama la atención ninguno de los siguientes hechos:
Primero: que José Antonio no se sublevó, ni se unió al Alzamiento, ni tomó parte alguna en él. Por una razón sencilla y comprobable: ustedes, los rojos -Bermejo y Zapatero dixit- lo tenían encarcelado desde unos meses antes.
Segundo: aunque hubiera existido la represión que ustedes dicen, José Antonio no pudo tener parte en ella por una obvia razón: que ustedes, los rojos, le habían asesinado unos años antes.
Dicho esto, y a riesgo de desorientar a los posibles lectores, debo declarar que me alegro de la desaparición de ese monumento.
Porque esta Barcelona separatista y cateta, hortera y snob de hoy, no merece tener en sus calles el nombre de José Antonio.