Doña Espe es, para sus amigos y sus loadores profesionales, la señora Aguirre, que no deja de meterse en todos los charcos que le ponen en su camino, y aún en los que busca por sí misma.
En el caso que me ocupa -lo dice El Mundo- ha declarado que se tienen que acabar los subsidios y las subvenciones, y las mamandurrias en general. Palabras que, sinceramente me hacen muy feliz.
Tanto como me hará cuando lo convierta en hechos; y así, deje de subvencionar clínicas de asesinato de nonatos -véase Religión en Libertad-, o le indique a su señor hijo Álvaro que renuncie al cargo de asesor -evidentemente digital- del Secretario de Estado de Comercio, según decía El País no hace mucho tiempo.
Será estupendo, doña Esperanza, ver cómo termina usted con estas subvenciones -criminales- y estos nepotismos mamandurrieros.