Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 23 de julio de 2012

SOBRE LA MAMANDURRIA DE DOÑA ESPE.

Doña Espe es, para sus amigos y sus loadores profesionales, la señora Aguirre, que no deja de meterse en todos los charcos que le ponen en su camino, y aún en los que busca por sí misma.

En el caso que me ocupa -lo dice El Mundo- ha declarado que se tienen que acabar los subsidios y las subvenciones, y las mamandurrias en general. Palabras que, sinceramente me hacen muy feliz.

Tanto como me hará cuando lo convierta en hechos; y así, deje de subvencionar clínicas de asesinato de nonatos -véase Religión en Libertad-, o le indique a su señor hijo Álvaro que renuncie al cargo de asesor -evidentemente digital- del Secretario de Estado de Comercio, según decía El País no hace mucho tiempo.

Será estupendo, doña Esperanza, ver cómo termina usted con estas subvenciones -criminales- y estos nepotismos mamandurrieros.

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