Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 22 de diciembre de 2014

SOBRE EL MISMO SEÑOR SÁNCHEZ DEL OTRO DÍA.

Porque este señorito -entiéndase en el sentido que le corresponde- parece empeñado en darse cabezazos contra la dura realidad.

Si el otro día demostraba su falta de cultura achacando a Franco la frase fraguista de la calle es mía, ahora acusa al PP -lo dice La Gaceta- de que a Rajoy le molesta la separación de poderes y que el poder judicial y la Fiscalía General del Estado sean autónomas a sus decisiones políticas.

Y esto, lo dice el pardillo que dirige un partido que hace pocos años tenía en el Gobierno a un señor -rojo, según propia confesión- apellidado Bermejo, que se iba de cacería -ilegal- con el juez -prevaricador- Garzón, para conchabarse en la persecución del franquismo.

¡Ahí, Pedrito, con un par! 

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