Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 29 de enero de 2010

EN DEFENSA DE UN SEÑOR RODRIGUEZ NO ANGLOPARLANTE

Son contínuas las críticas -en ocasiones veladas, en ocasiones diáfanas, en ocasiones furibundas- sobre el desconocimiento del idioma inglés por el presidente Rodríguez Zapatero.
Me parece bien conocer otros idiomas, y envidio profundamente a quien es capaz de hacerse entender en dos o tres lenguas, además de la suya propia. Si esas dos o tres lenguas son de las más extendidas y útiles internacionalmente, miel sobre hojuelas. Pero, confesada múltiples veces mi incapacidad para hablar otro idioma que el español, por mas que leyéndolos me defienda regularmente con varios, lo cierto es que siento cierta solidaridad con don José Luis Rodríguez.
No veo necesidad alguna de que un Presidente del Gobierno de España hable inglés. ¿Por qué ha de hablar inglés el Presidente español, si no habla español el Primer Ministro británico? ¿Por qué ha de hablar inglés Rodríguez Zapatero, si Obama no habla español, o no más allá de cuatro frases buscavotos de saludo?.
Sinceramente, pienso que ya tiene quien lo desee motivos suficientes de crítica a Rodríguez, como para tener que irse al complejo español de no saber inglés, o francés, o ruso.
En esto, me quedo con lo dicho por nuestro César Carlos, con ocasión de un discurso ante el Papa, el colegio cardenalicio y todos los embajadores presentes en Roma, que cuando el obispo de Maçon, enviado de Francisco I -el francés tocapelotas al que tantos revolcones tuvo que dar- se quejaba de no entenderle, dijo:
Señor obispo, yo espero que me entienda, pero no espere de mí que le hable en otro idioma que no sea el castellano, noble lengua que merece ser conocida por toda la cristiandad.
Pues eso: que aprendan ellos español, que a fin de cuentas es la segunda lengua más extendida -territorialmente hablando- del mundo, y la segunda o tercera con más hablantes.

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