Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 16 de noviembre de 2015

SOBRE EL DESCUBRIMIENTO DEL SEÑOR MINISTRO.


El ministro, en este caso, es don Jorge Fernández Díaz, que -véase La Gaceta- ha coincidido con el presidente francés, François Hollande, en que los terroristas "han declarado la guerra a la civilización."

Por supuesto, tanto para el señor Fernández como para el señor Hollande, la cosa es cuestión de unos pocos, los terroristas. Sin añadir apellido. Terroristas crecidos por generación espontánea, sin madre, padre, ni raíces culturales o ideológicas. Todo por no decir, -pese a tener las evidencias en la mano-, que son terroristas musulmanes.

Y los que le añadimos el apellido y les damos la filiación completa, somos ultraderechistas, fascistas, racistas y xenófobos, claro está. Lo cual no impide que los terroristas del sábado en París se explotaran o dispararan al grito de "Alá es grande", o similar cosa que gusten decir.

Y los que decimos que entre esos refugiados tan majos -que se vienen a esta Europa perdida en vez de combatir al enemigo del que dicen huir-, habrá gente que verdaderamente huye del horror; pero también hay maleducados que tiran la comida que se les ofrece porque el envase tiene una cruz roja; y también hay terroristas -léanlo en La Gaceta- que vienen con pasaportes sirios robados, y están dispuestos -véase de nuevo La Gaceta- a matarnos, y el pasado sábado lo hicieron en Francia; los que decimos estas cosas -aunque estén avaladas por los hechos- somos racistas y... bueno, todo eso.

Bien: han hecho falta casi diez años para que un Ministro del Interior español y un Presidente de la República Francesa se enteren de que esto es una guerra. Han hecho falta cientos de muertes. ¿Cuántos años serán necesarios, cuantas muertes, para que se enteren de que es una guerra entre dos civilizaciones y de que -para el enemigo- es una guerra de religión?

¿Se acuerdan del señor Zapatero, el de la Alianza de Civilizaciones que tantos millones nos ha costado? Ya por entonces, hace casi diez años -y lo citaré para que nadie diga que me pongo medallas que no corresponden- escribí sobre el tema, y -a riesgo de parecer inmodesto por la autocita- ahora lo copio:


SOBRE LA “ALIANZA”
01/02/2006

Esa de civilizaciones que se ha inventado el señor Rodríguez Zapatero.

Como invento no está mal. También en Bizancio se inventaron el debate sobre el sexo de los ángeles, mientras los árabes, en las puertas, se preparaban para dárselas todas juntas. Realmente, la Historia es monótona porque el número de los tontos es infinito.

Desde la inmodestia de no considerarme demasiado tonto, creo que no estamos precisamente en una alianza de civilizaciones, sino en una clara GUERRA DE CIVILIZACIONES. En la cual, obviamente, mientras discutimos sobre el sexo de los ángeles, el enemigo empieza a dárnoslas todas en el mismo sitio.

Cuando dos civilizaciones se enfrentan, la coexistencia es imposible. Una u otra deben vencer, destruir, hundir en el simple recuerdo del erudito, a la otra. Y la llamada civilización occidental, esencialmente cristiana, en franco declive, no tiene fuerza para oponer una resistencia real al ataque.

Se enfrenta la civilización occidental, hundida en la molicie, en la apatía, en el egocentrismo, sin fe en sí misma, a una civilización expansiva, creyente, fanática e impelida -por su propia religión- a la guerra.

Total, que será cuestión de más o menos tiempo, pero estamos listos si no se produce un rearme moral de Occidente.

 


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SOBRE EL DIÁLOGO
08/02/2006

El propuesto por su Santidad, Benedicto XVI, entre las religiones y las culturas.
Alabando sinceramente el deseo pacificador del Papa (esa es su obligación), creo que poco diálogo cabe entre la religión Católica y la musulmana. La religión musulmana es una religión del odio, de la guerra. Y quien piense lo contrario, que me ate por el rabo la mosca de que para entrar al paraíso de Alá la forma mas directa, el atajo, es despenar perros cristianos en guerra santa.

Podemos dialogar, claro. Pero –Rafael García Serrano lo dijo- del diálogo no brota la luz, sino el hematoma.

También es cierto que dos no se pelean si uno no quiere. Pero –también lo dijo el maestro Rafael- el que no quiere, se lleva todas las bofetadas.

Y en ello estamos.


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Y para aquél aviso de hace casi una década no hacía falta ser un lince. Bastaba con no ponerse las anteojeras del burro en torno a la noria, dejarse de topicazos y gilipolleces, y ver la realidad como es, no como quisieran que fuera los papanatas buenrrollistas y políticamente necios.

Sin embargo -entonces como ahora, aunque nuestros gobernantes anden tan retrasaditos como suelen- estamos en guerra. Una guerra que estamos perdiendo, y que no ganaremos si no la queremos librar como corresponde.

“Matadles dondequiera que los encontréis, y expulsadles de donde os hubieran expulsado.” 

Al leer esta frase que antecede, los bienpensantes, los políticamente correctos, los progres, los tontos con máster y los gilipollas sin graduación; los dialogantes, los blanditos, los cobardes y los tolerantes hasta el escarnio, me llamarán de todo sin tocar baranda. Pero lamento jorobarles el pasatiempo. La frase no es mía, sino del Corán (2,191).

Aunque, eso si, del enemigo el consejo.


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