Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 7 de agosto de 2015

SOBRE LA GENEROSIDAD DE LA ABUELITA.

La abuelita Carmena, doña Manuela, que ha decidido dar un alegrón a los nietecitos, regalándoles edificios para su diversión.

Los nietecitos -ideológicos en este caso- son los okupas de varios edificios que, tras décadas de mamoneo, han sido echados a la puta calle por la autoridad; la poca que va quedando. Y la abuelita decide ser generosa con sus retoños y retoñas y retoñes. Y va y les regala edificios del Ayuntamiento de Madrid, para que se diviertan con sus actividades culturales y sociales

Las actividades culturales y sociales de los nietecitos -ideológicos- de doña Manuela ya sabemos todos cuales son, y se sustentan en las tres patas que mantienen la vida de los simpáticos antisistema: la borrachera, las drogas y el refocile.

Por supuesto, doña Manuela niega tajantemente la posibilidad de que sus generosidad se aplique ecuánimemente, a todos por igual: para recibir el regalo de la abuelita, está prohibido ser neonazi. O sea: que hay que ser un rojo de mierda, o no hay sopa boba. Que hay que discriminar a los españoles, o no hay regalito. 

Y, por supuesto, doña Manuela muestra su generosidad con lo que no es suyo. Así es que doña Manuela podría hacer el favor de ser generosa hasta donde le salga del refajo con su piso, o chalet, o cuchitril donde habite; pero también podría hacer el puñetero favor de dejar en paz lo mío, lo que el Ayuntamiento que indignamente preside ha acopiado trincándome impuestos y tasas.

Es lo que tienen los rojos: que lo suyo es suyo; pero lo nuestro lo reparten a manos llenas entre los suyos.

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