Lo dice
La Gaceta: El obispo Franco participa en la caza de brujas de la Memoria
Histórica. Pide la colaboración del abogado ultraizquierdista Eduardo Ranz, que
ha denunciado ya a 23 prelados, para elaborar un mapa de 'vestigios
franquistas'.
El caso es que el tocapelotas rojo se ha dedicado en
los últimos años a denunciar a cualquiera que tenga respeto por la Historia, por
la verdad y por la simple y llana realidad, basándose en la Ley de Memez
Histérica de aquél señor rojo Rodríguez -se lo decía él-, que llegó a Presidente
del Gobierno en tren de cercanías. Y don César Augusto Franco, obispo de
Segovia, le ha pedido ayuda al rojo para identificar qué cosas de las que hay en
su Diócesis pueden molestar a los segundorepublicanos con el fin, evidentemente,
de quitarlas.
El señor Obispo, por lo tanto, toma parte en la guerra a
favor de los, al cabo, vencedores, con manifiesto olvido y condena de los que
-quiéralo o no el valiente y recto cura y el rojo asaltatumbas- cayeron por Dios
y por España. Del otro lado solía caerse más por la madrecita Rusia de los
cojones, aunque no niego que en ocasiones quienes cayeron tuvieran la esperanza
de hacerlo por una España mejor que aquella mierda de república
segunda.
Pero a lo que voy, que es a loar la fidelidad del señor Obispo,
su valentía, su espíritu de sacrificio y, si me apuran, su predisposición al
martirio por la causa de la fe, y a ayudarle en su cometido. Por ello, debo
indicarle al señor Obispo de Segovia, don César Augusto Franco, que ya puede ir
dimitiendo y abandonando no sólo su provincia, sino España.
Porque lo
que está claro es que el vestigio más evidente de la dictadura de Franco -no el
cura, sino el otro, el bueno- es la Iglesia Católica en España.
(Luego
-dicho sea entre paréntesis- se extrañarán de que los católicos mandemos a la
jerarquía a deglutir excrementos o, directamente, a tomar por el mismísimo
camino recto, y la próxima vez que vengan mal dadas miremos a otro lado.)