Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 22 de mayo de 2015

SOBRE LA "CAZA DE BRUJAS" DE UN OBISPO.


Lo dice La Gaceta: El obispo Franco participa en la caza de brujas de la Memoria Histórica. Pide la colaboración del abogado ultraizquierdista Eduardo Ranz, que ha denunciado ya a 23 prelados, para elaborar un mapa de 'vestigios franquistas'.

El caso es que el tocapelotas rojo se ha dedicado en los últimos años a denunciar a cualquiera que tenga respeto por la Historia, por la verdad y por la simple y llana realidad, basándose en la Ley de Memez Histérica de aquél señor rojo Rodríguez -se lo decía él-, que llegó a Presidente del Gobierno en tren de cercanías. Y don César Augusto Franco, obispo de Segovia, le ha pedido ayuda al rojo para identificar qué cosas de las que hay en su Diócesis pueden molestar a los segundorepublicanos con el fin, evidentemente, de quitarlas. 

El señor Obispo, por lo tanto, toma parte en la guerra a favor de los, al cabo, vencedores, con manifiesto olvido y condena de los que -quiéralo o no el valiente y recto cura y el rojo asaltatumbas- cayeron por Dios y por España. Del otro lado solía caerse más por la madrecita Rusia de los cojones, aunque no niego que en ocasiones quienes cayeron tuvieran la esperanza de hacerlo por una España mejor que aquella mierda de república segunda.

Pero a lo que voy, que es a loar la fidelidad del señor Obispo, su valentía, su espíritu de sacrificio y, si me apuran, su predisposición al martirio por la causa de la fe, y a ayudarle en su cometido. Por ello, debo indicarle al señor Obispo de Segovia, don César Augusto Franco, que ya puede ir dimitiendo y abandonando no sólo su provincia, sino España. 

Porque lo que está claro es que el vestigio más evidente de la dictadura de Franco -no el cura, sino el otro, el bueno- es la Iglesia Católica en España. 

(Luego -dicho sea entre paréntesis- se extrañarán de que los católicos mandemos a la jerarquía a deglutir excrementos o, directamente, a tomar por el mismísimo camino recto, y la próxima vez que vengan mal dadas miremos a otro lado.)


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