Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 12 de marzo de 2012

SOBRE EXPLICACIONES A LO DE AYER.

Ayer, en la entrada que titulé SOBRE EL ALBOROTO Y LA FECHA, quise dedicarme a razonar acerca del motivo que llevó a los sindicatos a manifestarse en la conmemoración del brutal atentado del 11-M. Como es de esperar, tratándose de estos sindicatos, el comentario se me fue de las manos, y acabé hablando casi más de esas organizaciones mafiosas que subvencionamos todos, y de su aspecto troglodítico, nostálgico, reaccionario, antediluviano y anticonstitucional.

También terminé hablando sobre la reforma laboral, tema del que -como habrán observado- no había dicho nada. Y no lo había dicho porque entiendo que la reforma es obligada por las circunstancias de un Gobierno y un Estado que están subordinados a la pertenencia a la UE.

En esta tesitura, no queda más remedio que hacer esta reforma -hay quien la desea mayor incluso- o irnos todos a freír espárragos. Pero ello no quiere decir que me guste, y ayer declaraba mis razones. Porque esta reforma es la que necesitan los mercados, los burócratas de Bruselas y la patronal -no confundir con los empresarios vistos de uno en uno-, pero no es la que necesita España.

Este preámbulo viene a presentar el comentario que hacía, a propósito, mi amigo Ocón. Como en otras ocasiones, y por facilitar la tarea al lector, lo transcribo:

* * * * *

Ocón ha dejado un nuevo comentario en su entrada "SOBRE EL ALBOROTO Y LA FECHA.":

Espero, Rafael, que lo que ha hecho y lo que haga este nuevo gobierno no destruya "los últimos cimientos de la sociedad más justa, más libre, más humana, que una vez tuvimos" porque si quedaba algo de eso no es plan de terminar de liquidarlo. Sabes que opino que se quedan cortos con la reforma, pero solo es mi opinión y, siempre, sin haber profundizado en textos, leyes y reglamentos que son demasiado para mi coco.

Desde luego yo no deseo que "lo único que tienen que vender los desheredados" - su tiempo y su esfuerzo - deban venderlo barato ni "a los poderosos".

Espero que este gobierno y los que vengan nos protejan a todos de TODA injusticia y de todo intento de 'aprovechamiento'.

Si la única manera de hacer eso - en la vertiente laboral - es lo que tenemos y lo que teníamos ayer, estamos jod...., pero aguantaremos con eso, como hasta ahora (los que quedamos).

De todo lo demás que nos ofreces en el escrito, ¿qué decir?. Que todo eso NO debería tener discusiones, alternativas ni maneras. Que en el grueso de lo que expones debería haber una unanimidad universal y, por lo visto, no la hay ni la va a haber pronto.

Estamos jod... también con eso.

Un abrazo

* * * * *

Yo entiendo que esta reforma ayuda -el camino viene de lejos- a destruir la sociedad más justa y más libre que tuvimos. Y lo entiendo, precisamente, porque completa el camino hacia una cierta forma de esclavitud: la de venderse uno mismo a quien lo quiera comprar o alquilar. Este camino ya comenzó de forma descarada con la introducción de las ETT, de la mano del socialista Felipe González, y ahora culmina en la absoluta facilidad de despido, con causas de lo más peregrino, que hacen del trabajador un objeto de usar y tirar.

¿Se puede tener una vida digna cuando la ETT se queda -por la simple intermediación- parte de tu esfuerzo? ¿Se puede aspirar a echar raíces, a tener familia, cuando estás pendiente de que te firmen un contrato por una hora? Que no exagero, que no hago demagogia, que es que he visto certificados de la Seguridad Social donde constaban contratos por una hora de trabajo. No una hora diaria: dar de alta, trabajar una hora y dar de baja. ¿Es una sociedad justa, y puede ser uno verdaderamente libre, cuando no sabe si podrá comer al día siguiente?

Para mi, la reforma laboral del PP no es sólo injusta y antisocial; es claramente delictiva. Y no se si puedo defender esta opinión con sujeción a la letra de las leyes y de los códigos, pero estoy seguro de tener razón en lo que se refiere al espíritu.

Por ejemplo, el despido de un trabajador por haber estado de baja cierto número de días, es un delito. Porque si el trabajador está pagando unas cotizaciones a la Seguridad Social, es precisamente para tener asistencia sanitaria, por un lado, y para seguir percibiendo al menos una parte de su salario si cae enfermo. Por lo tanto, admitir la enfermedad como causa de despido es un delito de estafa. Por supuesto, también lo es para el empresario hacerle pagar el sueldo al trabajador enfermo, porque para eso -precisamente para eso- paga el empresario su parte de las cuotas de Seguridad Social: para que ese seguro le evite un gasto improductivo. Hacerle que pague la enfermedad del trabajador durante los primeros quince días -corríjame quien tenga mejor información si me equivoco, pero así era no hace mucho- es una estafa al empresario.

Por supuesto, no voy a caer en la dialéctica marxista de patrón explotador por definición. Cuando escribía que vamos -o estamos- en una sociedad donde los desheredados no tienen otra posibilidad que vender su tiempo y su esfuerzo a los poderosos, no lo hice desde ese punto de vista. Porque en España la gran mayoría del tejido productivo es pequeña y mediana empresa, que se ve encajonada irracionalmente entre las apetencias dictatoriales de los sindicatos subvencionados, las exigencias insufribles de las grandes empresas que mandan en la economía como señores feudales, y la voracidad recaudatoria de las administraciones. Por lo tanto, también los empresarios sufren la explotación de los poderosos que manejan el cotarro a su gusto.

En un sentido sí me parece bien la reforma laboral, y es en el de priorizar los convenios de empresa frente a los colectivos de sector. Porque nadie mejor que los trabajadores de un taller, comercio, oficina, pequeña industria, para saber cómo están las cosas. Y nadie mejor para decidir, por ejemplo, si prefieren cobrar un -pongamos- 20% menos y no despedir a nadie. Nadie mejor para saber si un trabajador es un caradura que falta al trabajo seis u ocho días al mes sin más motivo que su vagancia, y si merece que se le ponga de patitas en la calle para preservar el -en este caso, indudable- mejor derecho de los demás. Nadie mejor para saber que si la empresa ha tenido un buen año, se puede pedir alguna recompensa por el esfuerzo sin que suponga un coste inasumible.

En resumen, nadie mejor que los trabajadores y el empresario -tantísimas veces uno más entre ellos- para hacer que la empresa sea un lugar donde el ser humano desarrolle sus intereses económicos, sin explotación pero sin prebendas. Porque la empresa tiene que ser un esfuerzo de todos -cada cual desde su puesto- para el beneficio común de todos. En la empresa no deben caber ni los jefes explotadores, ni los trabajadores holgazanes, ni los sindicalistas vagos.

Por lo que hace a los sindicatos a que ayer aludí, es evidente -ellos lo demuestran- su intencionalidad política, cubriéndose con banderillas anticonstitucionales y nostálgicas. Porque uno puede ser republicano -yo lo soy- pero de otra República, no de aquella segunda de sangre y mierda.

Con respecto a lo demás, amigo Carlos, ¿qué cabe esperar de una madre que no quiere saber la verdad sobre la muerte de su hijo, si esa verdad le puede romper sus tópicos?

Un abrazo.

Publicidad: