La hipocresía de todos los estamentos más o menos gubernamentales, político-liberales y sindicales del sistema, con el caso del emigrante boliviano al que una máquina de su trabajo amputó el brazo.
Todos hablan de desgracia, de esclavitud, de que se aprovechan de los sin papeles, de que es inhumano dejar a un herido a cientos de metros del hospital. Y todos, evidentemente, tienen razón.
Pero ninguno ha dicho lo mas obvio: que esto no es más que la ultima consecuencia del capitalismo, en el que -como dejó dicho José Antonio- al empresario no le importa que se le muera un trabajador, porque tiene cientos esperando a la puerta.
Todos hablan de desgracia, de esclavitud, de que se aprovechan de los sin papeles, de que es inhumano dejar a un herido a cientos de metros del hospital. Y todos, evidentemente, tienen razón.
Pero ninguno ha dicho lo mas obvio: que esto no es más que la ultima consecuencia del capitalismo, en el que -como dejó dicho José Antonio- al empresario no le importa que se le muera un trabajador, porque tiene cientos esperando a la puerta.