Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 7 de diciembre de 2018

SOBRE LA PREGUNTA.

La que se hacía mi camarada Eloy en su Trinchera hace un par de días, sobre la posibilidad de votar a VOX. Él lo dejaba en un prudente y sabio habrá que pensarlo, y a ello me pongo.

VOX es, hoy en día, el enemigo declarado de los sinvergüenzas del sistema. Es el partido al que toda la ultraizquierda ataca, y al que la derecha vergonzante -según las últimas noticias- pretende eludir, dejándolo de lado en Andalucía y creyendo que, a pesar de ello, apoyará un presunto gobiernillo de PP y C´s.

Esto, sin lugar a dudas señala a VOX como una opción a tener en cuenta por todos los que desconfían -con sobrados motivos, del resto: de un PP que siempre ha traicionado a sus electores; de un Ciudadanos que exige al PP lo que ni siquiera pide en voz baja al PSOE, y que rasgándose las vestiduras por la corrupción del Partido Popular en Madrid -cierta y asquerosa-, ha mantenido en el gobierno al Partido Socialista -no menos corrupto y asqueroso; incluso más si cabe- en Andalucía. 

Si le sumamos las algaradas y pataletas de la ultraizquierda estalinista, de los guerracivilistas bolcheviques, incapaces -lo llevan en la sangre- de admitir que cada cual es libre de votar a quien quiera; incapaces de asumir que el pueblo no siempre es tonto -o al menos no todo el pueblo es siempre tonto-, y a veces elige lo que le parece mejor, atendiendo a las ideas y no a las antipatías de los comisarios políticos, ya tenemos a VOX situado como posibilidad viable para todos los desencantados del sistema.

Supongo que para la gente de derechas -esto es, los que desean una política más acorde a una concepción cristiana y tradicional de la sociedad, pero manteniendo el sistema como está- VOX es una opción interesante. Apartados ya de la engañifa pepera del voto útil y del mal menor, porque ahora parece que votar a VOX no es tirar el voto -cosa que han seguido diciendo los propagandistas del PP hasta el último momento de la campaña andaluza, y en este sentido las advertencias de don Carlos Herrera en la COPE han sido de vergüenza ajena-, probablemente habrá muchos sufragios que se decanten hacia su lado. Máxime teniendo en cuenta que las próximas elecciones son las europeas, y en ellas se elige en circunscripción única; es decir, todos los votos emitidos se suman, independientemente de en qué provincia viva el votante. Y todos los votos tienen el mismo valor. Cabe además suponer que unos buenos resultados en las elecciones europeas irán acompañados de igual triunfo en las municipales y autonómicas que coincidan en fecha, por un simple efecto de arrastre.

Pero ahora llegamos a lo que nos interesa a quienes no somos de derechas, sino nacionalsindicalistas. Porque ni es lo mismo, ni se parece. 

Los nacionalsindicalistas -digamos los nacionales, por simplificar- no estamos en esa derecha que representa VOX. Hay partes de su programa que pueden coincidir -coincidirían con las preferencias de casi cualquier persona decente-, pero hay otras que son difícilmente conciliables. Y la pregunta, para nosotros, es si esas diferencias son suficientes y suficientemente significativas, y si tenemos otra opción que no sea la abstención. 

Para aquellos que no lo sepan, diré que hace unos meses se ha credo una coalición formada por Falange Española de las JONS, Alternativa Española, Democracia Nacional y La Falange, con el nombre de ADÑ y la intención de concurrir a las elecciones al Parlamento Europeo. Ignoro si también participará en las municipales y autonómicas que puedan coincidir.

Esta coalición, que muchos hemos pedido desde hace décadas, podría haber sido la respuesta hace unos años. Tantos como la llevamos pidiendo los que hemos visto desde fuera cómo nuestras opciones se reducían a cada convocatoria electoral, y como la desunión nos abocaba a la desaparición.

Lo que tenemos que preguntarnos, es si ADÑ llega a tiempo, o ya es irremediablemente tarde; si las razones que hace unos años se hacían tan importantes como para perseverar en el distanciamiento eran tales, o simplemente la cabezonería de un purismo rayano en el suicidio, y que sólo cuando ha levantado la cabeza una opción que podría llevarse buena parte de los -ya de por sí escasos- apoyos que cada grupo de los citados tenía, se ha hecho a un lado para tomar la postura que hubiera sido necesaria hace décadas.

Dicho más claramente: si no estamos ante una huida hacia delante, a la vista de que ha surgido VOX y podría llevarse todos los votos de quienes hasta ahora nos hemos mantenido en nuestro puesto en las fuerzas nacionales.

Porque VOX no es, repito, lo nuestro. Pero quizá sea una opción para hacernos oír y para introducir algo de sensatez en la vida española.

Como decía mi camarada Eloy, habrá que pensarlo. Y añadiré que a algunos -posiblemente a muchos- nos cabrea que ADÑ no haya surgido cuando aún podía ser tiempo. Ahora, desde luego, ya no lo es, y darles el voto no pasará de lo puramente testimonial.

Y digo, como mi camarada Eloy, que habrá que pensarlo. Y habrá que ver, sobre todo, de qué es capaz VOX en los meses que tiene por delante en Andalucía, para tomar una decisión. Porque VOX no es lo mío, no es lo que quiero, no es lo que pienso -al menos, no en cosas fundamentales-; pero los otros que podrían representar mejor mis ideas se han ganado a pulso el rechazo.



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