Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 16 de febrero de 2011

SOBRE UN DESCUBRIMIENTO QUE LO EXPLICA TODO.

Descubrimiento realizado, como no podía ser menos, por doña Leire Pajín, convertida en auténtico ámbar gris -ya que no cerebro, ni cerebra- de este Gobierno. O Gobierna.
El caso es que un probo ciudadano -o proba- denunció que los actores fumaban en la representación de un musical, y la Agencia de Salud Pública de Barcelona tomó cartas en el asunto. Mejor dicho, carta: la que envió al teatro advirtiendo que eran unos delincuentes.
La ciudadanía le ha cogido el gusto a eso de denunciar -preferentemente de forma anónima, que ya dijo doña Leire que se podía-, y está haciendo ejercicios con lo del tabaco. Pronto pasarán -si es que aún no es el momento llegado, que tampoco lo afirmaría- a denunciar al que tenga Crucifijos en su casa, al que lleve a los hijos a Misa, a quien tenga -¡horror!- una bandera española con el mismo Escudo que llevaba el ejemplar príncipe de la Constitución en su casa, un libro de Rafael García Serrano en sus estanterías o -evidente- a quien use el Himno Nacional como tono de llamada en su móvil, que es que son ganas de jorobar.
La ciudadanía responsable se entrega con fruición a la denuncia, y se pone en manos de la Agencia de Salud Pública, probablemente más parecida de lo que a la salud conviene con los Comités de Salud Pública de los hijos de la Bastilla. Que, por cierto, generalmente se traduce mal, porque no eran de salud, sino de Salvación. Aunque convengamos que a los clientes del doctor Guillotin les daba lo mismo de donde proviniese la liberté, egalité y fraternité que les ajustaba las cervicales.
En fin, que me voy de caña, porque estos ciudadanos probos y fanáticos me dan cierto repelús, y mejor es tomarlo con humor y fumando un cigarrillo, cosa que cada día me motiva más porque -amén de darme la real gana- me parece una suerte de rebelión que jode -segunda y tercera acepciones, jamás, por Dios, la primera, que mi sentido estético es muy sensible para esas cosas- a la señora Ministra de abortos y prohibiciones.
A lo que iba es al descubrimiento de doña Leire, que ha aconsejado a la compañías que "simulen que uno fuma sin necesidad de fumar como simulan asesinatos que no son reales".
En efecto. Ahora ya, por fin, comprendo cómo es posible simular que se gobierna, sin gobernar.

CONFERENCIA DE MARTÍN SÁENZ DE YNESTRILLAS.

Me llega, desde la lista de distribución Pensamiento Hispánico, la reseña de un conferencia de mi camarada Martín Sáenz de Ynestrillas en Castellón:
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MEMORABLE CONFERENCIA EN CASTELLÓN

El pasado martes día 15, en el edificio Hucha Bancaja, de Castellón, y en el marco del ciclo de conferencias “Terceros Martes Hispánicos” organizados por el Colectivo33, tuvo lugar la conferencia de D. Martín Sáenz de Ynestrillas, con el título “La transición de plomo". que contó con una buena asistencia de público y donde de echó en falta la presencia de los medios de comunicación, que salvaron su ausencia con la única colaboración de una televisión local: Castalia Televisión.
El señor Ynestrillas dio un repaso a la historia de España, y señaló que la transición empezó el año 1945, viéndose reforzada en 1967 con la Ley Orgánica del Estado, que se coronó en 1969 con el nombramiento de Juan Carlos de Borbón como sucesor, el surgimiento de los hombres de la transición y la pérdida de referencia por parte de la institución eclesial; pérdida de referencia que posibilitó el amparo del terrorismo por parte de algunos sectores eclesiales.
Señaló que Franco veía a Juan Carlos como al hijo que nunca tuvo, en el que depositó toda su confianza, que posiblemente perdió en 1973 cuando nombró presidente a Carrero Blanco.
Posteriormente se volcó en el análisis de los aspectos más sangrientos y terroristas que forjaron la transición democrática, y señaló una serie de “coincidencias casuales” en cada uno de los hitos. El primero, el asesinato de Carrero el 20 de diciembre de 1973.
Destacó el indulto general de 1975 y encontró relaciones del mismo con la violencia salvaje de 1976; encontró extrañas coincidencias entre los enfrentamientos en Montejurra de mayo de 1976 con la creación de los partidos políticos y la retirada de Arias Navarro, señalando que finalmente, y de forma ilegal, la clase política dinamitó el régimen existente bajo la batuta de Adolfo Suarez, Torcuato Fernández Miranda, Tarancón, y por supuesto el rey.
Señaló la coincidencia sucesiva de fechas entre el atentado de Atocha y la legalización del PC, con la venida en santidad del genocida Santiago Carrillo; remarcó la cercanía de fechas existente entre el atentado del Hotel Corona de Aragón y las elecciones de Juniio de 1977, así como la pantomima de la Operación Galaxia con la aprobación de la constitución, y el asesinato de Yolanda González con la solicitud en el congreso de los diputados de disolución de Fuerza Nueva.
Y señaló otros aspectos de sumo interés, como es la magnificación de asuntos como los abogados laboralistas y el caso de Yolanda González, que siendo inadmisibles, siempre sirvieron para la consolidación del sistema, mientras los mil asesinatos terroristas llevados a cabo por los inequívocamente adeptos al sistema son olvidados si no aplaudidos y hasta fomentados por el propio sistema, como queda manifiesto en las memorias no abotargadas y en las hemerotecas.
Y lo más lamentable es que casi nadie recuerda los ríos de sangre ocasionados en la transición democrática ni el hecho de que sea padre de la constitución el mentado genocida Santiago Carrillo Solares, reiteradamente homenajeado por el sistema, mantenido con una pensión muy superior a las más altas cobradas por los trabajadores, y siempre a costa del pueblo español.

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