Hundidos, como estamos, en la mierda hasta   el cuello, se hace muy difícil escribir sobre una fecha como la del 20 de   Noviembre. Máxime, este año que la ya referida vicisitud con mi ordenador casi   me dispensaría de hacerlo.
  Pero -creo- esa es precisamente la actitud   que no puedo permitirme. La apatía, la dejadez, la desgana, el "ya lo hará   otro", son las actitudes que nos han traido hasta donde estamos.   
  No fueron apáticos, ni cedieron al   desánimo, ni dejaron que dieran la cara otros los que en esta fecha recordamos.   Que son José Antonio Primo de Rivera -asesinado por el Frente Popular   republicano, pero puesto en la lista por liberales, derechistas, y centristas-,   y Francisco Franco, vencedor del frente Popular asiático y torvo, de   obediencia soviética; pero que también son todos los que dieron su vida por una   España mejor. 
  Los que dieron su vida por España a un   lado y a otro, porque tan dignos son de recuerdo los falangistas, los requetés,   los militares que dieron el primer paso al frente, los legionarios, los   regulares, los soldaditos de reemplazo de la España Nacional, como los que -al   otro lado- combatían también por España. No, desde luego, los que luchaban -o   paseaban en la retaguardia- por la Internacional, por la madrecita   Rusia o la madrastra URSS. A esos ya los recuerdan los que -al final- han ganado   la guerra en la batalla de la propaganda, incapaces de echarle riñones entonces   aunque sobrados de mentiras y canalladas ahora.
  Así es que, como sé que joroba, y aunque   este año no les puedo dejar el Toque de Oración y la Oración por los Caídos, sí   les dejo mi oración personal:
  Caídos por Dios y por España,   ¡Presentes!
José Antonio Primo de Rivera, ¡Presente!
Francisco Franco, ¡Prsente!
¡Arriba España!
  José Antonio Primo de Rivera, ¡Presente!
Francisco Franco, ¡Prsente!
¡Arriba España!



