Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

martes, 31 de julio de 2018

SOBRE EL OTRO NIETÍSIMO.


Ya tuvimos un nietísimo socialista en Rodríguez Zapatero -aunque renunciase al apellido de su abuelo rojo y fusilado por traidor- y ahora tenemos a otro nietísimo pepero en don Pablo Casado. Tenemos también un hijísimo en don Pablo Iglesias, y no se si saldrá algún otro que pueda llevarse un familiar a las terribles represalias de la Oprobiosa.

El abuelísimo de Rodríguez fue el capitán Rodríguez Lozano, fusilado -como queda dicho- por traidor, cosa que en cualquier guerra y el cualquier Ejército suele acabar así. El padrísimo de Iglesias pasó por la cárcel en razón de su colaboración con organizaciones terroristas. El abuelísimo de Casado -Hermán Blanco- fue un médico ugetista que se opuso a la sublevación militar con las armas en la mano -luego diría que él fue como médico, pero que le dieron un fusil y lo cogió-, que fue encarcelado y que, tras la guerra, fue puesto en libertad con informes favorables del servicio de investigación falangista, y siguió ejerciendo su profesión con absoluta normalidad, según informa el artículo de Francisco Torres en El correo de Madrid.

Y esta represalia -la de haber tenido abuelo encarcelado por el enemigo contra el que había hecho armas- es la razón por la que don Pablo Casado -¡joder, qué lío de Pedros y Pablos, que esto parece ya Los Picapiedra!- afirma que sinceramente, no seré quien defienda ese edificio ni quien está enterrado allí, porque soy nieto de un represaliado por el régimen franquista, pero dicho eso yo no gastaría ni un Euro en desenterrarlo y volverlo a enterrar. Ello, en referencia a la Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos y al cadáver del Excelentísimo Señor Don Francisco Franco Bahamonde, Capitán General de los Ejércitos.

Esto, que en la forma difiere de lo que expele el otro Pablo -Iglesias- pero en el fondo -esto es, el resultado final- es exactamente lo mismo, es lo que piensa el nuevo mandamás del PP -ese licenciado con carrera académica cuando menos extraña-, que topiquea y estereotipa como cualquier otro necio de la amplia panoplia de la estulticia nacional. Lo cual, evidentemente, será profundamente olvidado por los votantes en las próxima cuchipanda electoral; esos votantes que después de meter la papeleta se rasgarán las vestiduras ante los actos de su elegido. Y que deben haberse rasgado tantas vestiduras que -salvo ser accionistas de una cadena de ropa- no tendrán ya ni un cacho de pellejo sin rasgar.

Porque don Pablo Casado es otro guerracivilista; otro que, aunque él no se va a gastar un euro, no tiene inconveniente en que los otros guerracivilistas sigan en su empeño de ganar una guerra que sus abuelos perdieron hace casi ochenta años.

Es el triste sino de los progres, los memócratas, los que viven sin ideas pero con antipatías, los vividores que no han trabajado jamás salvo en el partido político que les nutre o la Universidad que les enchufa. Es el triste sino de los cobardes que votan tapándose la nariz y los ojos; de los traidores que vociferan una cosa y votan otra.

Es el triste sino de los que -por imbéciles- lo mismo se acaban encontrando con que se les concede lo que desean.

Amén.


domingo, 29 de julio de 2018

SOBRE EL MURO.

El muro cuya construcción ha propuesto VOX para la defensa de las fronteras españolas de Ceuta y Melilla.

A mi, VOX no me cae bien, ni creo que sean solución para nada. VOX proviene del cabreo de unos señores del PP que en su día se quedaron sin cargo, y que desde entonces quieren volver a él como sea. Incluso diciendo cosas distintas, en emisoras de radio diferentes, y en días sucesivos, según lo que creen que pueden preferir los oyentes de cada medio. No es hablar por hablar; he oído a don Alejo Vidal Quadras defender unas cosas en Radio Intercontinental un día, y al siguiente otras cosas radicalmente distintas en la COPE.

Todo ello no obsta para que la construcción del muro pueda ser idea acertada, y hasta el advenimiento del paraíso socialista todos los pueblos del mundo han defendido sus fronteras, con los medios que han podido, -entre ellos, los muros- contra las invasiones extranjeras y contra cualquiera que quisiera pasar sin tener derecho a ello. Los paraísos socialistas inventaron una nueva utilidad de los muros, que fue la de impedir salir a los ciudadanos propios, pero ese es otro tema.

Queda, además, un detalle, y es que los muros, por sí mismos, sirven de poco. Para que los muros sean efectivos, hay que defenderlos.

Y para que no me llamen fascista -lo cual me importa tres leches-, racista, xenófobo y todas esas lindezas de los topiqueantes necios, pondré como ejemplo de muro bien defendido esa maravilla que se inventó la izquierda: el muro de Berlín, con sus buenos nidos de ametralladora y sus buenos soldados dentro de ellos.




miércoles, 18 de julio de 2018

SOBRE LA MEMORIA HISTÓRICA DE ESTE DÍA.

Día que es 18 de Julio, y que se cumplen 82 años de aquél otro en que el pueblo español dijo que hasta allí habíamos llegado, y que ya estaba bien.

El pueblo español, no los militares como dicen los idiotas, los cretinos, los necios y los hideputas, condiciones que, evidentemente, no son excluyentes entre sí. El pueblo español, representado por las decenas de miles de requetés, de falangistas, de gentes sin adscripción política que, simplemente, no querían dejarse asesinar como borregos. El pueblo español, representado también -ni que decir tiene- por las decenas de miles de soldados que estaban hartos de ser insultados, infamados, agredidos ante la pasividad de los mandos pesebreros, y que formaban parte -evidentemente- del pueblo español con los mismos derechos que cualquier otro.

El pueblo español, que esperaba la voz de alerta, la voz de mando, para hacer frente a los que cotidianamente les asesinaban, les robaban, les falseaban las elecciones, les dejaban a merced de hordas patibularias y prostibularias.

El pueblo español, en fin, que llenó los cuarteles y las formaciones en cuanto El Director dio la señal. Porque el 18 de Julio de 1936 no se levantó Franco contra el Gobierno llamado legítimo de la llamada República. Fue el 17 de julio cuando las tropas de África -donde aún no estaba Franco- se levantaron contra una República de asesinos y ladrones, y lo hicieron siguiendo las instrucciones del General Don Emilio Mola Vidal, El Director.

Franco sólo era el General Jefe del Ejército del Sur, y bajo su mando las columnas nacionales emprenderían una fulgurante ofensiva que sólo terminó cuando las Brigadas Internacionales -recolección de maleantes, de sinvergüenzas, de criminales de baja estofa, y de algunos idealistas que pronto pasarían por la criba del Carnicero de Albacete, el comunista André Marty- se atrincheraron en la Ciudad Universitaria.

La guerra dejó entonces de ser una guerra de columnas rápidas, que avanzaban sin apenas consolidar sus bases y asegurar su retaguardia, a ser la guerra de grandes Ejércitos y de grandes maniobras. Mientras los llamados republicanos -o sea, los rojazos de pistolón en retaguardia y carreras en pelo en el frente- se dedicaban a cazar fascistas lejos de la lucha, los nacionales previeron que el avance alegre y casi despreocupado de los primeros meses -tampoco el enemigo daba mayores quebraderos de cabeza- se estaba terminando. Urgía organizar, abandonar la improvisación inicial, y para eso era fundamental un mando claro.
Y el elegido -por sus iguales- para la jefatura fue el General Francisco Franco. El último que se había sumado a la sublevación; el que intentó por todos los medios hacer entrar en razón a un Gobierno republicano que se proclamaba beligerante contra media España; el que trató de que los políticos republicanos gobernaran para todos, no sólo para ellos mismos. Pero también el más capacitado para ejercer el Mando único.

Ahora es muy fácil decir que Franco era un mal militar, que no sabía mandar, que era un militarote inculto. Lo dicen unos individuos que, en su cortedad intelectual, no piensan en qué lugar quedan, entonces, los que no pararon de correr ante las tropas que Franco mandaba. Lo dicen unos necios que, en su incultura, ignoran la profunda preparación profesional de Franco en los mejores centros europeos. Lo dicen unos soldaditos de salón, que seguramente no han tocado un chopo desde que dejaron la Academia, y a los que causaría espanto una salva de artillería.

Lo dicen, sobre todo, los hideputas, y véase el comentario de ayer de mi camarada Eloy.

Hideputas (1) que se proponen ganar la guerra que perdieron sus abuelos por gilipollas, por canallas y por criminales, dedicados más al robo que a la lucha; más al asesinato en retaguardia que al combate de frente; más al destripamiento del que -en su propio bando- tenía diferente militancia, que a pegar tiros en el campo.

Hideputas (1) que han institucionalizado el Ministerio de la Verdad -léase 1984 de George Orwell-, si bien con la rebaja nominal de simple y puñetera Comisión.

Hideputas y canallas que conseguirán imponer, por Ley, sus tópicos, eliminando el derecho a la libertad de expresión que recoge la Constitución -ahí en mi cabecera tienen el texto-, y lograrán que uno pueda acabar en la cárcel si dice que con Franco vivíamos mejor. Queda la duda de si la frase de don Alfonso Guerra -contra Franco vivíamos mejor- podrá citarse.

Porque para estos hideputas, canallas y perdularios, la verdad la dictará una comisión de políticos, elegida por los políticos. Nada podrá decirse que no esté debidamente aprobado por el comisario político; nada podrá escribirse, publicarse, que no se ajuste a la visión sectaria de los cobardes que han esperado a que Franco lleve muerto cuarenta años para gritar como mujerzuelas -o como hombrezuelos- lo que no tuvieron cojones de decir cuando había quien conocía la verdad de primera mano y podía darles el ejemplo de su propia vida.
Han esperado cuarenta y tres años; más de los que Franco estuvo en el poder sin ninguna oposición seria, y sólo la testimonial y bien consentida de tres monárquicos anquilosados y cuatro rojazos con los que nadie se metía, y que vivían mejor de lo que nunca soñaron en su paraíso soviético; han esperado cuarenta y tres años -si bien con la anticipación del señor Zapatero- para atreverse a insinuar que van a exhumar los restos de Franco de su sepultura. De la sepultura donde decidió que fuera enterrado Juan Carlos I.

Y lo acabarán haciendo, por supuesto. Acabarán exhumando los restos de Francisco Franco. De José Antonio Primo de Rivera, que no tuvo en la guerra ninguna participación porque el Gobierno sectario de la República lo había encarcelado meses antes del Alzamiento, y que fue fusilado tras un proceso ilegal. Exhumarán los restos de aquellos que fueron inhumados con el consentimiento de sus deudos y ahora reclaman a ver si consiguen trincar pasta con el cadáver del abuelo o bisabuelo.

Lo acabarán haciendo, porque esta canalla no es capaz de crear nada, de solucionar nada, de mejorar las condiciones de vida de nadie mas que de sí mismos y sus paniaguados. Porque esta canalla vive del rencor, de la envidia, de la miseria moral del salteador de tumbas; porque está encastillada en mantener viva una guerra que terminó hace casi ochenta años; porque, como queda dicho, siguen viviendo cojonudamente contra Franco.

Lo acabarán haciendo, y probablemente no habrá quien lo impida, porque los que aún tenemos vergüenza estamos desunidos, desorganizados, algunos incluso engañados por chalanes que se hacen pasar por algo diferente a lo que realmente son -vulgares lacayos del sistema corrupto-, y algunos otros tan hartos y aburridos que no creemos ya en palabras y únicamente creeremos en acciones.

Lo acabarán haciendo; exhumarán los restos de Franco y José Antonio, y profanarán las tumbas, y volarán la Cruz -la cabra tira al monte, y sus padres aún más-, y todo ello ya está vaticinado en el magistral V Centenario de mi camarada Rafael García Serrano.

Y, ¿saben qué, señores canallas, señores hideputas, señores cabestros y gilipollas? Que también está escrito el final de todo ello.

Dios lo quiera, y me permita verlo y aún tomar parte. Amén.

_____________
(1) Hideputas, señor fiscal, es término abundante en el cervantino Quijote. Además, siempre conviene declarar que no es lo mismo ser un hideputa, que es condición particular de cada individuo (o individua, o individue), que ser el hijo de una puta, lo cual afectaría a la madre del interfecto. Quede, pués, aclarado, que no pongo en tela de juicio la moralidad y las costumbres de las progenitoras B (ó A, ó Z) de los susodichos.




lunes, 16 de julio de 2018

SOBRE EL ANIVERSARIO.


El del fallecimiento de mi camarada, maestro y amigo Arturo Robsy.


De su camaradería, generosidad y disposición para arrimar el hombro a cualquier causa que le requiriese, ya di cuenta en este mismo diario, y quien guste podrá verlo si busca cuatro años atrás. De su clarividencia, quien lo desee podrá comprobarla leyendo cualquiera de sus muchos y espléndidos artículos sobre el separatismo catalán, el separatismo basko, el encanallamiento de la sociedad pepe-pesoista, y cualquier otra cosa que tocara, de la que siempre dijo lo más justo, lo más acertado y lo más claro.

Te daba asco esta España embrutecida y emputecida, como solías decir -y díganme si no había y sigue habiendo motivo-, y eras capaz de retratar, con sorna y delicadeza a partes iguales, a los patanes orgullosos de serlo. 

Te echamos de menos, Arturo. Y a veces, hasta te envidiamos la guardia sobre los luceros.



miércoles, 4 de julio de 2018

SOBRE LAS PRIORIDADES SOCIALISTAS.


Después de un mes largo sin dar señales de vida, supongo que algunos se habrían hecho la ilusión de que me hubiera muerto, y otros habrán imaginado que la actualidad me aburre profundamente. 


Lamento desilusionar a los primeros -bueno, no, ¡que coño!, no lo lamento en absoluto-, y doy la enhorabuena por su perspicacia a los segundos.

Lo que ocurre es que todo esto ya lo conozco; no diré que lo he vivido, pero sí que lo he leído, y es inútil comentar o vaticinar sobre algo cuyo final se conoce. La Historia se repite o, como afirmaba mi camarada Arturo Robsy -¡presente!-, personas igualmente tontas, sinvergüenzas y canallescas, realizan acciones idénticas que acaban de la misma forma.

Sea lo que sea, el caso es que -con las inevitables diferencias de forma, producto de tiempos distintos- el fondo de la cuestión viene a ser el mismo.

Y a lo que iba, que me enrollo. 

El PSOE -no Pedro Sánchez, sino el PSOE, porque los socialistas son quienes lo han puesto al frente- tiene muy claras sus prioridades. 

Lo primero, pagar a sus socios. No pagar, como cualquier persona honrada, porque sea lo justo, sino para poder contar con la misma voluntad comprada en el futuro. Así pues, ya hemos visto cómo en pocas semanas don Pedro Sánchez le regalaba -lo intentaba, al menos- RTVE a Pablo Iglesias. No le ha salido la jugada porque el candidato podemita era tan impresentable, que ni siquiera la banda que aupó al PSOE a la Moncloa ha sido capaz de tragárselo.

Segundo pago, el traslado de los asesinos etarras en prisión a cárceles próximas a su domicilio, ya en trámite. En el mismo plano, traslado de los golpistas catalanes a prisiones de Cataluña, con la cesión de las competencias sobre los centros penitenciarios al separatista gobiernito del señor Tuesta -Rufian dixit-, también previsto o en trámite.

Tercer pago, la vuelta al más cerril guerracivilismo, iniciado por Rodríguez Zapatero y tan querido por toda la caterva de canallas emperrados en ganar una guerra que perdieron hace casi ochenta años, y que no tardando mucho convertirá en delito una cabecera como la que abre este diario, o decir que con Franco se vivía mejor. Tienen que prohibirlo por ley, los cabritos, a ver si así se olvida la gente de quién instauró las pagas extraordinarias; de quién creó la Seguridad Social; de quién -43 años después de muerto- nos facilita aún el agua de nuestros grifos; de quién abrió la Universidad a todo el mundo; de quién llevó la economía al octavo lugar del mundo; de quién bajó el paro a niveles prácticamente inexistentes; de quién dió a los trabajadores -Fuero del Trabajo- más derechos de los que nunca antes, ni después, tuvieron; de quién construyó cientos de miles de viviendas de protección oficial.

Será delito decir todo esto -por más que los datos lo sigan demostrando- en tanto que la señora Carmena, alcalda de la desgraciada ciudad de Madrid, proyecta un monumento -paralizado hoy por decisión judicial, pero todo se andará- de homenaje a los chequistas rojos.

Y, como colofón, don Pedro Sánchez se entrega -como antes Rodríguez- a la necrofilia. En su primera acepción, que se sepa. Necrofilia de profanador de tumbas -fijación habitual entre los socialistas durante la guerra que perdieron, entre otras cosas porque en vez de ir al frente iban a desenterrar cadáveres de decenios o de siglos-, que no tiene mejor cosa a la que dedicarse desde el Gobierno al que ha accedido por las componendas, y no por las urnas.

Don Pedro Sánchez tiene como prioridad de su Gobierno desenterrar el cadáver del Excelentísimo Señor Don Francisco Franco Bahamonde, Generalísimo de los Ejércitos y Caudillo de España. Desenterrar el cadáver de José Antonio Primo de Rivera, Jefe Nacional de Falange Española de las JONS asesinado en Alicante tras un simulacro de juicio, con un tribunal ilegal y unos cargos insostenibles habida cuenta de que llevaba encarcelado varios meses. 

Y también, por supuesto, una muestra de necrofilia mucho más perversa: la primera ley promovida por los socialistas, es la que permitirá pasaportar ancianitos y enfermos cuando empiecen a molestar. ¿Para qué mejorar la Seguridad Social, si podemos quitar de en medio a los enfermos; para qué mejorar -de verdad- las pensiones, si podemos ultimar a los ancianos con total modernidad?




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