Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

sábado, 21 de febrero de 2009

SOBRE EL ENFERMITO.

Porque resulta que el superjuez superguay superprogre se nos ha puesto malito.
Es lo que tiene el estrés, que parece que no te da, que estás por encima de todo, que llegas a estar en los periódicos, en las teles, en los mítines y en las cacerías, y resulta que no; que te sacude el latigazo .
Hágame caso, don Baltasar; hágame caso, que no le deseo mayor mal que el que usted desee e mí a los míos: tómese unas largas -muy largas- vacaciones. Disfrute de la vida y de los muchos lugares paradisiacos que usted, seguramente, ya conocerá de sus múltipes viajes. Tómese unas vacaciones de dos o tres años, que seguro que el señor Bermejo se las concede -con sueldo, faltaría más-; y si no, yo mismo abro una suscripción popular a su favor.
Cuídese, señor Garzón. No le importe dejar su puesto, que seguro que alguien habrá que lo desempeñe mientras usted descansa, y así descansamos los demás también. Manténgase en buena forma, señor Garzón, que usted es único en su especie, y a ver de dónde íbamos a sacar otro garzón de su categoría para hacerlo juez.
Y hágame un favor: no se vuelva a morder la lengua, coño, que vaya susto nos ha dado.



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