Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 11 de febrero de 2011

SOBRE EL CRIMEN IMPERDONABLE.

Quizá pudiera pensarse que el crimen es el del señor Garzón que -al poner en libertad al etasuno Rafael Díez Usabiaga en abril de 2010- ha permitido -La Gaceta- que un acusado por pertenencia a ETA intervenga en la formación del nuevo chiringuito terrorista-separatista.
Podría pensarse en un delito de rebelión al tener noticia -Minuto Digital- de que el protavoz del PNV en el Congreso, un tal Erkoreka -apliquémoslo el mismo tratamiento que Arzallus da a los obispos que no le son simpáticos- ha pedido nuevas elecciones autonómicas en caso de que se legalice a la nueva formación de la izquierda abertzale, Sortu, para que el Parlamento vasco “refleje lo más fielmente posible la voluntad de los ciudadanos”. (Bien pensado, esto lo que demuestra es una patente idiotez, porque a ver si no cómo se explica que cada vez que se funde un partido haya que hacer nuevas elecciones; o -mejor-, una exultante gana de trincar poltronas, aunque sea aliándose con los asesinos).
Podría creerse que -puestos a hablar de idiocia- hay un ejemplo evidente en la petición del señor Rodríguez para que -El Imparcial- "el debate sobre Sortu sea lo más objetivo posible", cuando su propia ministra, señora Pajín -La Gaceta- advierte de que no hay elementos para estar tranquilos con la 'nueva Batasuna'
Pues no; según se desprende de la informaciónde El Imparcial, el delito imperdonable es el de permitir fumar en un restaurante donde a nadie se obliga a entrar.

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