Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 19 de enero de 2022

SOBRE LA ABSOLUCIÓN DEL CABRÓN.

Con o sin pintas, eso lo dejo al libre albedrío del lector. Pero cabrón como una casa, como un castillo o, si se prefiere, como el Everest.

Me refiero al hideputa ese que tuvo sus diez segundos de televisión por pintarrajear una sepultura, del que los tontos dicen que es escultor, pintor, o que hace performances, que vaya usted a saber qué coño quieren decir con eso, salvo lo que entendemos todos: que es un vividor, un fulano con más cara que espalda, un sinvergüenza al que los tontos del culo de la política y la inteleztualidad -que siempre es de izquierdas, por supuesto- le dan palmaditas en la espalda -y pasta gansa, la nuestra- para no parecer incultos, y así demuestran que sólo son unos snobs de tomo y lomo.

En fin, hoy se me está yendo la mano -o el teclado, vaya- así es que para mejores argumentos y menos exabruptos, les invito a leer mi opinión en El Correo de España.




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