Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 14 de octubre de 2010

MAS SOBRE LO DEL DESFILE.

Parece ser que en esta ocasión han dolido especialmente los abucheos al señor Zapatero, hasta el punto de que todas las cabritas de su rebaño -dispénseme por hoy, doña Bibiana, de añadir el masculino que se podría malinterpretar, y permítame usar sólo el genérico- han salido triscando en defensa del macho alfa del aprisco.
Vayamos primero con una precisión y -en lo que proceda- una disculpa. Me cuenta mi camarada Rafa España -y en los comentarios a la entrada de ayer lo tienen-, que no sonó por la megafonía "la muerte no es es final" ni el toque de Oración. Ni que decir tiene que lo creo, no sólo porque él lo dice -que ya es bastante- sino porque también observé una falta de sincronización entre el Himno Nacional y la actitud del Rey, que dejó de saludar antes de extinguirse los sones del Himno, seguramente sobrepuesto sobre la imagen en la post-producción. Al menos, así sucedió en la señal de Intereconomía, aunque ignoro si la metedura de pata fue de la señal institucional o de la cadena citada.
A lo que iba es a que la patosidad organizativa bien pudo ser orígen de que mucha gente abucheara a Zapatero mientras se rendía homenaje a los Caídos, sin saberlo y -por supuesto- sin pretenderlo. Para ellos mi disculpa.
Por otra parte, los abucheos que recogían los micrófonos de ambiente tuvieron que producirse en zona muy próxima a las tribunas, porque de no ser así no se hubieran oído en la tele. Y estando tan próximos, es bastante dudoso que no se oyera algo o se viera lo suficiente para, cuando menos, deducir qué acto se realizaba. El que estuviera suficientemente cerca para que se le oyera, no podía dejar de ver la Bandera cuando era izada. Para ellos mantengo mi calificativo, porque jamás el símbolo de España puede ser objeto de la repulsa que merezcan sus gobernantes. Y menos aún cuando se presume de patriota.
Esto me lleva a otra precisión, y es a las acusaciones de que fue la "extrema derecha" la que abroncó a Rodríguez. Indudablemente, se merece la bronca; la bronca de la "ultraderecha" y la de los mineros de Rodiezmo; de los manifestantes del 29 de septiembre, ya que no de los jefecillos sindicateros, y de los familiares de la Guardia Civil. Pero, precisamente la "ultraderecha", jamás habría manchado el Himno Nacional con gritos. La "ultraderecha" que dicen ustedes -o sea, los nacionales- sabemos muy bien qué respeto y qué actitud se debe guardar en tales casos. Lo mismo -todo sea dicho- que cualquiera mayor de -pongamos- 35 años, que en la mili debió aprenderlo si no fue florecilla concienciada en la santa comodidad de la objección, tan extendida entre los mismos rojos que luego no tenían empacho en apedrear policías e intentar quemarlos.
Pero sigamos el razonamiento -es un decir, ya comprenden- del señor RuGALcaba quien -según Público- ha calificado de "lamentable" el abucheo dirigido a Zapatero y ha recalcado que es "duro" que la "extrema derecha se apropie" de la Fiesta Nacional.
Si seguimos ese hilo de pensamiento ruGALcabiano, la preocupación del Gobierno debería ser enorme; porque demostraría que un elevado porcentaje de la población española es "ultraderechista". Cuéntese la -según ellos- millonaria participación en la manifestación sindical del 29 de septiembre aludida, las manifestaciones de guardias civiles y policías, las críticas del Banco de España, las de los propios "barones" -ya que no con V- socialistas que se están viendo morder el polvo de aquí a poco. ¿Todo eso es "ultraderecha", señor RuGALcaba? Pues entonces, tienen ustedes los días de mamoneo contados.
¿Por qué no se quieren dar cuenta de la realidad? Su mismo "dios" -según lo llamaba, creo recordar, Chiqui Benegas-; esto es, Felipe González, les puso sobre la clave al afirmar -dice El País- que los que protagonizaron ayer los abucheos son los mismos que hace veinte años le insultaban a él, que 'no consideran la Fiesta Nacional de los españoles, sino de ellos'.
Vamos por partes, señor González. La Fiesta Nacional de España es de los españoles. De los que somos españoles y amamos a España. Ustedes sabrán si España les dice algo, o si es para ustedes -Zapatero dixit- un concepto discutido y discutible. Sabrán ustedes por qué les molesta que los españoles aplaudan y vitoreen a sus Ejércitos, y por qué eso les parece apropiarse de una Fiesta -la de aclamar a las tropas-, a la que ustedes están invitados. Por qué les molesta que los españoles homenajeen a sus soldados a la pata la llana, sin el encorsetamiento del formulismo gazmoño de su Ministerio de Antimilitarismo.
Y los abucheos, señor González, no es porque nadie quiera apropiarse de la Fiesta, sino porque la gente de a pie está viendo la deriva del Gobierno socialista y no le gusta. Lo mismo que le abucheaban a usted; no por ser socialista, sino por aquellos asuntejos de Filesa y Malesa, y aquellos asuntillos del GAL, y aquellos negociejos del BOE y de la Cruz Roja, y aquella "X" nunca despejada por Garzón, y tantas otras cosas que la carencia de archivo me impide testimoniar.
Y qué decir de Pepiño Blanco, un necio -etimológicamente hablando- que se permite afirmar que "ya estamos acostumbrados a que no respeten nada, ni siquiera el homenaje a las víctimas y a los fallecidos". Y esto lo dice un Ministro del Gobierno que asalta y profana tumbas en el Valle de los Caídos; que se baja los pantalones con ETA ninguneando a las víctimas y pisoteando su dolor; que colabora con banda armada al no investigar los chivatazos a ETA; que trafica con seres humanos al permitir que cientos de miles de inmigrantes sin permiso de residencia ni de trabajo, vivan en un limbo de economía sumergida o delincuencia; que fomenta -no tolera, fomenta-, el asesinato de niños; que adoctrina en su ideología a los escolares; que persigue a los ciudadanos por su religión o pensamiento; que insulta diariamente a quien no piensa como ellos, caso de que ellos tengan pensamientos y no se nutran sólo de tópicos, como parece.
Mención aparte merece la acusación -dice Público- de que los grupos abucheadores "estaban perfectamente organizados, como demuestra que fueron convocados por facebook, twitter y también a través de sms". Que no digo que no lo estuvieran; pero que parece de chiste -o de medalla de oro al cinismo- que estas acusaciones las hagan los que organizaron aquellas famosas "manifestaciones espontáneas" del 13-M, víspera de las elecciones generales, cuando toda manifestación y acto público de carácter político están prohibidos por la Ley Electoral.
Sólo faltaba, y llegó, la propuesta de doña Carmen Chacón para "consensuar un protocolo" -dice El Imparcial- que permita el "respeto" a la bandera de España, a los caídos y a las Fuerzas Armadas. Lamento coincidir con el señor Rajoy, pero esto lo podía haber pensado la señora Ministra cuando se ultrajan los símbolos nacionales en su "Catalunya", lugar muy distinto de la Cataluña de todos. Mejor aun: lo podía haber pensado antes de lucirse con la camisetita de apoyo al rufián que logró efímera fama por decir que se cagaba en la puta España. ¿Lo recuerda usted, doña Carmen? Pues haga memoria, que aunque no la tengo a mano en estos momentos, en las hemerotecas andará la foto.
Y, ya puestos, díganos por qué razón declara que convocar una manifestación -en el citado El Imparcial está entrecomillado- ha de ser una muestra de "valor". ¿No era un derecho fundamental recogido en la Constitución? ¿Por qué hay que armarse de valor para ejercer un derecho reconocido?
¿O es que, en el fondo, lo que les molesta no es que no se respete la Bandera de España -cosa que a los que ustedes llaman "ultraderecha" nos lleva doliendo 35 años-, sino que se le pongan las peras a cuarto a su macho alfa de la manada, o su gallo del gallinero; a su -como dicen ustedes- mejor activo del socialismo, o -como digo yo- memo iluminado y giliprogre?

SOBRE LA SOLIDARIDAD DE LOS HOMÍNIDOS.

Hace un par de días contaba la prensa -entre otros, El Imparcial-, que los homínidos de Atapuerca cuidaban de sus ancianos y de sus niños enfermos. Lo demuestra -dicen los investigadores- el hecho de haber encontrado el esqueleto de un Homo Heidelbergensis que tenía tales lesiones que "seguramente limitaban su movilidad y hacían imposible que cazara".
También en Atapuerca ha aparecido un cráneo infantil con evidencias de una lesión severa, que implicaba una discapacidad, pese a lo cual vivió varios años.
Triste sino el de aquellos antepasados nuestros, tan incultos, que no habían alcanzado el grado de civilización necesario para asesinar a los viejecitos, a los enfermos y a los niños discapacitados.

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