Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 6 de octubre de 2014

SOBRE EL OCTOGÉSIMO ANIVERSARIO.

Porque ahora, que tan de moda anda entre los catetos celebrar trescientos años de la derrota de un aspirante al trono de España, quizá convenga recordar otro aniversario, más cercano. 

Hace justamente 80 años de la intentona de los mamarrachos separatistas catalanes, aquél 6 de Octubre de 1934. Entonces, el Estado -relativamente de derecho- respondió como debía, y los aldeanos separatistas se la envainaron en unas horas. 

Dudo bastante -por no decir que no dudo nada- sobre la actitud del actual Gobierno y del actual Estado, escasamente de Derecho. De existir un Gobierno y un Estado, el asunto ya estaría resuelto; Arturete estaría en la cárcel -por prevaricación, como poco-, y sus cómplices ídem de lienzo. O puestos en la muga más próxima, como residentes ilegales.

Y aunque se que ni el Gobierno, ni el PP, ni los catetos separatistas han aprendido nada, ni van a aprender nada, ahí queda la imagen del 7 de Octubre del 34.


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