Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 29 de septiembre de 2010

SOBRE LEIRITA

Porque así habrá que llamar a doña Leire Pajín, tan pequeñita ella que desconoce lo del GAL, según confesiones a la prensa que recoge La Gaceta.
Parece palmaria la confesión de que doña Leire no ha estudiado nada, ni sabe nada que no haya visto con sus ojitos. Tal confesión de necedad -esto es, de falta de ciencia, de conocimientos, explicado sea para quien lo considere insulto y no sepa acudir a nuestra madre Academia-, la honraría si la aplicase a todo por igual.
Pero la pequeñez confesa de la señora Pajín no la priva de desbarrar sobre asuntos que aún menos puede haber conocido, por ser anteriores al ignoto GAL. No la priva su pequeñez para apuntarse al carro de la memez histérica, acaso porque de eso considera saber lo suficiente con las elucubraciones calenturientas de un señor Rodríguez.
Pues mire, doña Leire, Leirita, pregúntele al señor RuGALcaba, o al señor Garzón -si, ese mismo que se inventa la memez histérica- que ellos saben bastante del GAL. Incluso le puede preguntar a Garzón -tan de su confianza socialista- en qué acabó aquella famosa X, que nunca logró despejar pero que -para los que en su día estudiamos las ecuaciones de primer grado- bien podría obedecer -lo diremos al estilo de la prensa cuando quiere proteger a los delincuentes- a las iniciales FGM.

SOBRE UNA DEMOSTRACION PRACTICA.

Recibido por correo electrónico, aquí les dejo un ejemplo para pensar:

***

¿Por qué fracasa el Socialismo?

Un reconocido profesor de economía de la Universidad norteamericana Texas Tech alegó que él nunca había suspendido a uno de sus estudiantes pero que, en una ocasión, tuvo que suspender la clase entera.
Cuenta que esa clase le insistió que el socialismo sí funcionaba, que en éste sistema no existían ni pobres ni ricos, sino una total igualdad.
El profesor les propuso a sus alumnos hacer un experimento en clase sobre el socialismo: Todas las notas iban a ser promediadas y a todos los estudiantes se les asignaría la misma nota de forma que nadie sería suspendido y nadie sacaría una A (excelente).
Después del primer examen, las notas fueron promediadas y todos los estudiantes sacaron B. Los estudiantes que se habían preparado muy bien estaban molestos y los estudiantes que estudiaron poco estaban contentos.
Pero, cuando presentaron el segundo examen, los estudiantes que estudiaron poco estudiaron aún menos, y los estudiantes que habían estudiado duro decidieron no trabajar tan duro ya que no iban a lograr obtener una A; y, así, también estudiaron menos. ¡El promedio del segundo examen fue D! Nadie estuvo contento.
Pero cuando se llevó a cabo el tercer examen, toda la clase sacó F: ¡suspensos a todos!
Las notas nunca mejoraron. Los estudiantes empezaron a pelear entre si, culpándose los unos a los otros por las malas notas hasta llegar a insultos y resentimientos, ya que ninguno estaba dispuesto a estudiar para que se beneficiara otro que no lo hacía.
Para el asombro de toda la clase, ¡Todos perdieron el año! Y el profesor les preguntó si ahora entendían la razón del gran fracaso del socialismo.
Es sencillo; simplemente se debe a que el ser humano está dispuesto a sacrificarse trabajando duro cuando la recompensa es atractiva y justifica el esfuerzo; pero cuando el gobierno quita ese incentivo, nadie va a hacer el sacrificio necesario para lograr la excelencia.
Finalmente, el fracaso será general.
***

Y ahora, me pregunto si no es exactamente esto lo que estamos haciendo con nuestro sistema educativo desde hace varias décadas.

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