Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 30 de abril de 2012

LA RISA DEL IDIOTA.

Bien, disculpen la inconcrección, porque es obvio que idiotas hay muchos en el mundo; y en España, tres más.

Concretamente, el idiota de referencia es un individuo innecesariamente llamado Sergio Gutiérrez, que era hasta ayer secretario general de las Juventudes Socialistas de España (JSE), y que -lo cuenta La Gaceta- en su discursillo de despedida, entre risas, bromas y gracietas de tonto de baba, dijo -ante los delegados que le jaleaban, porque ellos son así, cretinos con máster, desde que les marcan el capullo sociata a fuego-, que "Cada vez que digan una gilipollez, un millón de euros menos", en referencia a la Iglesia.

El rebuzno iba dirigido por aquello de que la Iglesia considera que las relaciones homosexuales son contra natura. Lo cual -si no fueran gilipollas- admitirían como dogma de ciencia, dado que si lo natural fuera la homosexualidad, la Humanidad habría desaparecido hace tiempo. Que no sabe uno si no sería mejor, porque para producir mamarrachos así no merece la pena seguir.

El señor -o señora, o señoro- Gutiérrez, que como todos sus conmilitones tiene acusada tendencia a dar por culo -según se ve y dicho sea en sentido puramente figurado-, ha dado en el clavo de una importante regla de la memocracia que nos dimos a nosotros mismos en medio de la monumental tajada constitucional; regla que establece que el que piense de manera distinta al que manda lo lleva claro, en tanto que el que aplauda al amo se lo lleva crudo. Esta es la idea de la igualdad ante la Ley de los sociatas -sociatos, sociates...-, de la libertad de expresión y de la libertad religiosa.

Pero hay que reconocer que la ideíca del papanatas Gutiérrez tiene su parte de utilidad, si la aplicamos a la totalidad de los cuatezones ibéricos. Así, cada vez que las juventudes socialistas -juventudes de nombre, porque de ideas son decimonónicos, espesos y oscuros- digan una gilipollez, un millón de euros menos.

Y puestos a contar, vayan devolviendo un milloncejo por la gilipollez de decir que A Juventudes nos gustaría que el PSOE defendiera la República, según entrevista su nuevo mandamás en Público. Y otro, por la patochada del señorito Griñán sobre las clases de flamenco en los colegios; y por la gilipollez de RuGALcaba cuando dijo que el PSOE generó las clases medias en España; y por la de Carmen Alborch cuando se le ocurrió la gilipollez de que el feminismo fuera 'patrimonio democrático de la Humanidad'; y por la de ZP con eso de la cuestión no es qué hace Obama por nosotros, sino qué podemos hacer por él.

Y así, en un ratito, ya hemos recuperado cinco milloncejos por sendas gilipolleces socialistas; podríamos seguir hasta el infinito, pero no tengo ganas de buscar más. Entre otras razones, porque la cosa está clara y ya la definió don José Bono hace unos años: Y los del partido propio, que son unos hijos de puta.

Y a confesión de parte...

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