Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 19 de septiembre de 2012

SOBRE EL CUARENTA Y NUEVE POR CIENTO.

Que no es el porcentaje que se embolsa este o el otro partido -mejor decir este y el otro-, al modo del tres por ciento que tanto cabreó al señor Más cuando se lo echó en cara Maragall, sino el porcentaje de los españoles que están en contra de las autonomías.

Concretamente -refiere Alerta Digital a propósito de una encuesta de la Cadena Ser- "el 25% de los consultados entiende que deberían suprimirse las CCAA, esto es, sólo debería existir un Gobierno centralizado. Mientras, el otro 24% apuesta por un notable ‘tijeretazo’ en las administraciones autonómicas."

Bien; ahora la pregunta es qué van a hacer esta casi mitad de los ciudadanos cuando sean llamados a las urnas. Me permitiría sugerirles que votaran en conciencia, a un partido que proponga la reforma constitucional para eliminar el descojone autonómico; que proponga el cumplimiento de la Ley, de forma que en las regiones donde el palurdismo ha desterrado al idioma universal de Cervantes tengan que admitir el uso de la lengua oficial de España; que proponga la recuperación de competencias -mientras se desmonta el chiringuito taifal- que son esencialmente del Estado: orden público, enseñanza, sanidad...

¡Ah, coño! Que eso ya lo aconsejé en las tres o cuatro últimas convocatorias -antes de que la Ley Electoral prohibiera presentarse a las elecciones- al indicarles Alternativa Española (AES) como mi opción, y ese cuarenta y nueve por ciento se lo pasó por el forro de los pepés y los pesoés.

Pues nada, señores: ya hablaremos de su coherencia en el idioma 5,56 nato.

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