Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

martes, 25 de agosto de 2009

SOBRE UN MENSAJE DE CORREO.

Que transcribo sin más:
 
Como la vida misma.
 

Hace tiempo me compré un comedero para pájaros.
 
Lo colgué en el porche de mi jardín y lo llené de granos y semillas.
 
Era en verdad un bonito comedero y era un espectáculo ver a los pajaritos de cerca.
 
Al cabo de una semana eran ya centenares los pájaros que se aprovechaban del aprovisionamiento constante de comida gratuita y disponible sin ninguna dificultad.
 
Luego los pájaros empezaron a hacer sus nidos bajo el porche, en la parra, cerca de la barbacoa, e incluso sobre la mesa.
 
A continuación vino la caca. Estaba por todas partes. Sobre las baldosas del porche, sobre las sillas, sobre la mesa... ¡en todo!
 
Después algunos pájaros empezaron a ser agresivos. Se lanzaban sobre mí e intentaban picotearme a pesar de ser yo quien les alimentaba pagando de mi bolsillo.
 
Otros eran ruidosos y prepotentes. Se apalancaban sobre el comedero piando y trinando a todas horas, noche y día, para recordarme que rellenara el comedero si la comida escaseaba.
 
Al cabo de cierto tiempo no conseguía ni siquiera poder sentarme en mi propio porche.
 
Por lo que decidí quitar el bonito comedero y en tres días los pájaros desaparecieron de mi jardín.
 
Hice limpieza y puse todo en orden, eliminando incluso todos los nidos del porche.
 
Muy pronto mi porche volvió a ser aquello que siempre había sido: un lugar tranquilo y sereno, sin ningún alborotador reclamando "el derecho a comida gratis".
 
Ahora, reflexionemos.
 
Nosotros hemos obtenido con nuestro trabajo y con nuestros sacrificios un sistema con muchos derechos y ventajas sociales: sanidad pública gratuita, escuelas gratuitas, facilidades económicas para los menos favorecidos, viviendas populares a precios muy bajos; y  permitimos a quien quiera que nazca aquí ser automáticamente ciudadano de nuestro País.
 
Luego llegaron los emigrantes ilegales a centenares de miles, que gozan de las mismas ventajas.
 
Para pagar los mayores gastos nosotros debemos pagar mayores impuestos.
 
Las viviendas populares son ocupadas por la fuerza y nadie paga su alquiler.
 
Si tenéis que ir a un servicio de urgencias de hospital, deberéis esperar horas para ser visitados porque dichos servicios están invadidos por extracomunitarios.
 
Vuestro hijo en la escuela de párvulos podrá tener problemas a la hora de comer porque el comedor estará condicionado por absurdas imposiciones religiosas en los menús.
 
Se eliminarán todos los crucifijos y no se celebrará la Navidad para "no herir la sensibilidad" de los extranjeros, sin ningún respeto por la nuestra. ¡¡Que es la sensibilidad de los dueños de la casa!!
 
La criminalidad crece, y la que se ceba contra la gente débil y común (nosotros) en un 75% de los casos es obra del 10% de la población (los extranjeros); mientras que las cárceles están tan llenas que los delincuentes, con la inestimable ayuda de una Justicia perezosa e ineficaz, son puestos en circulación casi enseguida, por lo que recomienzan de nuevo a hacer robos y asaltos.
 
Y si se busca la forma de frenar esta calamidad he aquí que se alzan las voces de protesta de muchos imbéciles que gritan contra la violación de los derechos civiles (de los 'otros', porque nuestros derechos les importan un bledo a esos mismos imbéciles)..
 
Es sólo mi opinión pero quizás haya llegado el momento para nuestro Gobierno de quitar el comedero de pájaros y hacer limpieza.
 
Si estáis de acuerdo haced circular este mail. Si no estáis de acuerdo, continuad limpiando la caca...
 

******
 
Personalmente no lo hubiera escrito así, ni coincido en algunas cosas, como eso de que la delincuencia es cosa de los extranjeros, porque los hideputas autóctonos también tienen lo suyo. Pero, en general, acierta más que yerra, y aquí queda.
 
 

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